Anuario del Instituto de Historia Argentina, vol. 21, nº 2, e149, Noviembre 2021 - Abril 2022. ISSN 2314-257X
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Historia Argentina y Americana

Dossier: Historizar las migraciones. Experiencias y discursos
de movilidad y diversidad en perspectiva histórica

‘Idas y venidas’ entre Bolivia y Argentina. Retornos cí­clicos en las movilidades bolivianas contemporáneas

M. Florencia Maggi

CONICET. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
Cita recomendada: Maggi, M. F. (2021). ‘Idas y venidas’ entre Bolivia y Argentina. Retornos cí­clicos en las movilidades bolivianas contemporáneas. Anuario del Instituto de Historia Argentina, 21(2), e149. https://doi.org/10.24215/2314257Xe149

Resumen: El presente artículo se propone reconstruir la histórica movilidad de “idas y venidas” entre Bolivia y la Argentina, para situar la cotidianeidad contemporánea de estos desplazamientos en la provincia de Córdoba, como parte de un movimiento de larga tradición. El objetivo central es problematizar el traslado de modelos de periodización construidos a escala nacional sobre las movilidades bolivianas en la Argentina para el análisis de procesos situados en territorios que no responden a las dinámicas generalizadas que sirvieron de parámetros para dicha periodización. Proponemos, a partir de entrevistas etnográficas y semiestructuradas realizadas entre 2017 y 2019 en la ciudad de Córdoba a jóvenes y adultes1 que forman parte de familias migrantes de origen boliviano, una relectura atenta a las especificidades locales contemporáneas que complejizan la formulación de los períodos más recientes al relativizar el supuesto de fijación residencial. En el trabajo presentamos procesos de circulación migratoria con retornos cíclicos y diversas formas de multiterritorialización que nos permiten pensar en estrategias transnacionales de apropiación de los territorios por parte de les migrantes.

Palabras clave: Migración boliviana, Movilidad circular, Retorno, Córdoba.

"Comings and goings" between Bolivia and Argentina. Cyclical returns in contemporary Bolivian mobilities

Abstract: This article proposes to reconstruct the historical mobility of ‘comings and goings’ between Bolivia and Argentina, to situate the contemporary daily life of these displacements in the province of Córdoba, as part of a movement with a long tradition. The main objective is to problematize the transfer of periodization models built on a national scale on Bolivian mobility in ‘Argentina’ for the analysis of processes located in territories that do not respond to the generalized dynamics that served as parameters for that periodization. Based on ethnographic and semi-structured interviews with young people and adults who are part of migrant families of Bolivian origin carried out between 2017 and 2019 in the city of Córdoba, we propose an attentive rereading of contemporary local specificities that make more complex the formulation of the most recent periods when relativize the assumption of residential fixation. In the work we present processes of migratory circulation with cyclical returns and various forms of multiterritorialization that allow us to think about transnational strategies of appropriation of territories by migrants.

Keywords: Bolivian migration, Circular Mobility, Return, Cordoba.

Introducción

La Argentina se constituye como un país de inmigración desde la conformación y consolidación del proyecto de Estado-nación que fundamenta su imaginario en la idea de crisol de razas “blancas”,2 alterizando toda presencia indígena (Briones, 2004). La migración limítrofe también es desconocida en dicho crisol (Caggiano, 2005). Se trató de un proyecto de ideologización europeizante de la ‘cultura nacional’ y de la configuración de las desigualdades sobre bases raciales (Margulis, 1999) que, respecto de las migraciones, pondera la migración europea frente a la latinoamericana (Pacecca y Courtis, 2008).

El presente artículo se propone reconstruir la histórica movilidad de “idas y venidas” entre Bolivia y la Argentina, para situar la cotidianeidad contemporánea de estos desplazamientos en la provincia de Córdoba, como parte de un movimiento de larga tradición. Los resultados presentados son parte de una investigación doctoral realizada entre 2016 y 2021 que indaga las experiencias escolares de jóvenes que forman parte de familias migrantes de origen boliviano desde un abordaje etnográfico.3 Al reconstruir sus trayectorias migratorias y escolares pude identificar que en muchos casos éstas intercalaban residencia entre Bolivia y la Argentina, lo que me llevó a revisar cómo se diversificaban los patrones migratorios de este colectivo “radicado” en Córdoba. El objetivo central es problematizar el traslado de modelos de periodización construidos a escala nacional sobre las movilidades bolivianas en la Argentina para el análisis de procesos situados en territorios que no responden a las dinámicas generalizadas que sirvieron de parámetros para dicha periodización. En contraste, realizo una relectura que atienda a fenómenos de alcance nacional (tanto de “origen” como de “destino”), en relación con las especificidades locales y regionales, que para nuestro caso aluden a las particularidades de las movilidades bolivianas en la provincia de Córdoba y su ciudad capital. Con tal propósito, en el primer apartado caracterizo las tendencias generales de las movilidades bolivianas en la Argentina recuperando dichas periodizaciones en relación con procesos de transformaciones estructurales en Bolivia. En el segundo apartado, me detengo en las especificidades locales contemporáneas que complejizan la formulación de los períodos más recientes al relativizar el supuesto de fijación residencial, y presento procesos de circulación migratoria con retornos cíclicos y diversas formas de multiterritorialización que nos permiten pensar en estrategias transnacionales de apropiación de los territorios por parte de les migrantes.

Historización de las movilidades bolivianas

La Argentina ha sido un destino histórico en las movilidades bolivianas y actualmente continúa siendo el más elegido por bolivianes.4 Se caracteriza por la fluidez de los desplazamientos humanos con posibilidad de movilidades internas a un lado y al otro de los límites nacionales (Giorgis, 2000). En este sentido, el movimiento migratorio para muches migrantes “no es vivido como un momento excepcional en un contexto vital de asentamientos residenciales sino que, por el contrario, es la misma cotidianeidad la que se define como móvil territorialmente” (Magliano y Mallimaci Barral, 2015, p. 146).

Basándonos en los censos nacionales, desde 1869 a la actualidad, vemos que la población proveniente de países limítrofes representa entre el 2 y el 3 por ciento de la población nacional. Dado que hasta 1895 los censos no distinguen entre orígenes nacionales, sino entre países limítrofes y países europeos, se utiliza esa comparación para mostrar cómo, mientras la proporción de migrantes limítrofes se mantiene estable, la población proveniente de países europeos fue mayoritaria hasta el censo de 1991, año en el que se invierte la relación (2,6 % de la población total son migrantes limítrofes y 2,4, europeos). Al distinguir entre orígenes nacionales, en el censo de 1991 se observa que los países con mayor proporción de migrantes son -por orden- Italia, Chile, Paraguay, España y Bolivia. El último censo (2010) registra que les migrantes provienen en su mayoría de Paraguay, Bolivia, Chile, Perú e Italia. En este sentido, la población boliviana pasó de representar, en 1991, el 8,9 % de la población nacida en otro país, al 19,1 % en 2010. (INDEC, 2012).

En parte por su importancia histórica y además por ser en los últimos tiempos la segunda procedencia migratoria más numerosa, la boliviana es intensamente estudiada por la academia argentina.5 La atención sobre este colectivo migratorio también se debe a que “ser boliviano” tiene una carga negativa que se asocia a la presencia indígena (y otras formas de alteridad no-occidental) negada en la construcción de la nación argentina (Briones, 2004; Caggiano, 2005). Es el colectivo que ocupa “el lugar más bajo en los imaginarios de jerarquías étnicas de la Argentina” (Grimson, 2006, p. 76).6

Propongo, a partir del recorrido de literatura especializada, una periodización que presenta cómo se fueron modificando algunos patrones (in)migratorios considerando los procesos a escala nacional. Dicha periodización se centra en las tendencias generales de cada período, que aquí complejizaremos al recuperar procesos de transformaciones estructurales en Bolivia en relación con corrientes (e)migratorias y de movilidades internas, y recuperando también lo reconstruido del propio campo de registro de itinerarios recobrados en Córdoba que resultan diferentes de los más recurrentes en cada período. Este abordaje nos permitirá además poner en suspenso sesgos del nacionalismo metodológico, que atiende a procesos confinados en los límites estatales de lo nacional, para revisar multiescalarmente procesos transnacionales.

Conviene partir reconociendo que los desplazamientos entre el norte argentino y los valles y el sur del Altiplano de Bolivia preceden a la conformación de ambos Estados nación. Por tanto, corresponde referirlos como movilidades territoriales dado que los procesos migratorios suponen la travesía por fronteras estatales (Freidenberg y Sassone, 2018). Alfonso Hinojosa plantea que se pueden reconstruir, a partir de las crónicas misioneras de la época, los inicios de estas movilidades a la Argentina entre mediados y fines del siglo diecinueve, como desplazamientos “político forzosos’” de les indígenas guaraníes que escapaban de la presión social, política, cultural y militar que ejercían les criolles; y que sólo posteriormente devinieron en movimientos de tipo laboral en haciendas argentinas (Hinojosa, 2010, p. 27).

Según la periodización propuesta por Sassone y Cortes (2014), desde 1880 hasta 1960 las migraciones se caracterizan por ser fronterizas, dado que les migrantes se movilizan principalmente desde y hacia los territorios más próximos a los límites para trabajar temporalmente en la cosecha de la caña de azúcar –la zafra– en las provincias del norte argentino. Hasta mediados del siglo XX se trataba especialmente de una migración temporal concentrada primero en Tucumán, y a partir de la década de 1920, en Jujuy y Salta, cuando la industria azucarera se expandió por estas provincias.

En Bolivia, la revolución nacionalista de 1952 y las políticas implementadas posteriormente trasformaron las regiones geográficas en espacios económicos diferenciados y que motorizaron procesos de movilidad interna y transnacional. Entre dichas políticas se destacan las de fortalecimiento de la agroindustria en torno al azúcar, el algodón, la soja y otros productos de exportación; el desarrollo de la producción petrolera y gasífera en los Llanos; y las políticas de infraestructura mediante la construcción de la ruta que conectó Cochabamba con Santa Cruz y de las líneas férreas hacia la Argentina y Brasil (Cassanello, 2014).

La década de 1950 representa un punto de inflexión en la distribución poblacional en territorio boliviano. Tal como presenta Cassanello a partir de los censos, en 1950 “el 57,5 % de la población se concentraba en los tres departamentos pertenecientes a la zona del Altiplano (La Paz, Potosí y Oruro), el 30,1 %, en la zona de los Valles (Cochabamba, Chuquisaca y Tarija), y sólo el 12,2 %, en la zona de los Llanos (Santa Cruz, Beni y Pando)” (2014, p. 26). “El censo de 1976 reflejó los cambios en la distribución de la población en el territorio nacional, como efecto de las políticas generadas desde 1952. Así, entre 1950 y 1976, la zona de los Llanos creció en población e importancia económica mientras que las otras dos zonas disminuyeron su población” (2014, p. 31). Por otra parte, durante este período se registra el arribo de exiliados políticos de la revolución de 1952 a ciudades como Córdoba (Domenech, 2012).

En la Argentina, durante la segunda mitad del siglo, la zafra azucarera fue combinada con la recolección de hojas de tabaco rubio y las cosechas de frutihortícolas (principalmente la cosecha de la vid en Mendoza, y de manzanas y peras en Río Negro) las mismas fueron desplazándose por territorio argentino estacionalmente. Este pasaje de una migración fronteriza a formas combinadas de movilidades estacionales conserva la preponderancia rural-rural en los tipos de desplazamientos que se realizan a un lado y otro de las fronteras nacionales. En términos de Sassone y Cortés, desde 1960 a 1985 se observa un modelo migratorio regional “que no está marcado por la fijación residencial, sino por la circulación con retornos anuales a sus lugares de origen. Se desvanece el aumento de la distancia como un límite a las elecciones espaciales” (2014, p. 84).

Mediante el proceso de sustitución de importaciones en la Argentina, les migrantes trabajadores de origen boliviano comienzan a asentarse masivamente en las periferias de los grandes centros urbanos (Buenos Aires, Mendoza y Córdoba), acompañando los desplazamientos internos que trabajadores oriundos de las provincias del norte argentino también emprenden. En términos de Benencia:

La caída de los precios de los productos regionales y la consecuente incorporación de la mecanización ahorradora de mano de obra en algunos de ellos -básicamente en la industria azucarera- a fines de los ‘60 contribuyeron a que la migración limítrofe cambiara de rumbo, y que los trabajadores fueran derivando cada vez más hacia las oportunidades laborales que les ofrecían las ciudades capitales de la Región Pampeana, como el Gran Córdoba y el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), principalmente en actividades de construcción (Benencia, 2009, p. 4).

Para entonces, les migrantes bolivianes (y de otros países sudamericanos) que residían en las grandes ciudades de la Argentina eran estudiantes universitarios o exiliados políticos.

La década de 1960 se toma como hito en el cambio de patrón migratorio, que pasa a ser rural-urbano. Dichos cambios demográficos se orientan por diversos factores: la mecanización de la producción agrícola; la pérdida de importancia de algunos cultivos regionales frente a la soja; la industrialización de centros urbanos y la creciente atracción que ejercía la vida en las ciudades, por las oportunidades laborales de baja calificación que exigían fuerza física y porque sufrían una escasez crónica de trabajadores (sobre todo en el rubro construcción) (Grimson, 1999; Caggiano, 2005; Benencia, 2008). Según un informe consular boliviano de 1973, les migrantes proceden mayoritariamente de los departamentos de Cochabamba, Potosí, Chuquisaca y Oruro, en ese orden (Cassanello, 2014, p. 63).

Además de les migrantes que se desplazan primero desde las zonas rurales fronterizas hacia otras regiones para realizar actividades agrícolas, y con posterioridad hacia las grandes ciudades, hacia fines del siglo XX creció el arribo de migrantes bolivianes. Según Hinojosa, este aumento se vincula con la crisis económica que se vivió en Bolivia durante los años ochenta. Más precisamente, con la implementación del programa de ajuste estructural de corte neoliberal que aplicó el gobierno del Movimiento Nacional Revolucionario mediante el Decreto Supremo 21060 en 1985:

A partir de estas medidas, se contrajo la oferta monetaria, se elevó la desocupación abierta y se “relocalizó” (eufemismo para el despido) a una gran mayoría de los trabajadores, dando lugar a que un amplio segmento de la población se trasladara fuera del país y que se incrementara el flujo migratorio hacia la Argentina (Hinojosa, 2010, p. 28).

También la crisis de los 80 en Bolivia promovió desplazamientos hasta entonces menos frecuentes, como los orientados a Brasil (y más específicamente, hacia San Pablo) (Speroni Pereira Da Cruz, 2019) y a Estados Unidos (Arlington, Virginia y Miami, Florida) (De la Torre, 2015).

A raíz de estos hechos, también se incrementan las movilidades por el territorio boliviano. Según Cassanello (2014), que analiza información censal y datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística de Bolivia (INE), entre 1987 y 1992 fueron perdiendo importancia los movimientos migratorios entre los departamentos del Altiplano para redireccionarse hacia Cochabamba y Santa Cruz. Si bien este proceso había comenzado tras las reformas nacionalistas de 1952, para el cierre del siglo se consolidaba la tendencia. Gran parte de les trabajadores que habían sido masivamente despedides de los centros mineros (Potosí y Oruro) migran hacia los departamentos de Tarija y Cochabamba a trabajar en la plantación de coca, a la zona del Chapare7 y a Santa Cruz. En este marco, Cochabamba pasa a ser el principal destino de los desplazamientos internos (2014, p. 32).

A partir de la década del 70 se advierte una mayor tendencia a la fijación residencial en áreas urbanas y la migración se caracteriza especialmente por su composición familiar (Sassone y Cortés, 2014, p. 84). Hasta entonces se trataba de una migración mayoritariamente masculina, pero a partir de las últimas décadas del siglo se reparte en proporciones genéricas similares.8 Al respecto es importante aclarar que, aunque las mujeres históricamente han participado de estos procesos migratorios, han sido consideradas en los estudios sobre el tema como acompañantes en tanto hijas o cónyuges de un varón migrante. En este sentido, plantea Magliano que, a pesar de que en las últimas décadas hay un crecimiento de mujeres que se desplazan solas hacia Argentina,

la gran mayoría continúan migrando en contextos familiares o por reunificación familiar, lo que no implica que simplemente sigan a sus maridos o que se desplacen en calidad de dependientes; su papel dentro del proceso es mucho más complejo, en la medida en que la migración forma parte de un proyecto familiar (Magliano, 2007, pp. 46-47).

En su periodización, Sassone y Cortés (2014), establecen un nuevo modelo transnacional de las migraciones bolivianas desde mediados de la década de los 80. Es relevante resaltar que las últimas décadas del siglo XX se han caracterizado a nivel regional por gobiernos dictatoriales y procesos de retorno a la democracia con prevalencia de políticas económicas de corte neoliberal. En el caso de Bolivia, “el cierre de las empresas mineras en Potosí y Oruro, más la crisis económica generalizada de ese país, estimula nuevos flujos de jóvenes migrantes que promueven y refuerzan luego la llegada en cadena de familiares y paisanos” (Sassone y Cortés, 2014, p. 85).

En este marco, la inserción laboral de migrantes bolivianes en la Argentina se diversifica en el tipo de actividades que se caracterizan por la escasa calificación, bajos salarios y condiciones de vulnerabilidad muy altas (además de la construcción, el pequeño comercio y el trabajo doméstico, la producción hortícola en fresco en los cinturones verdes de las ciudades abocadas a esta actividad, la fabricación de ladrillos, trabajo en las tareas textiles, entre otras).

Respecto de la mayor tendencia a la fijación residencial, en dicha periodización parece cobrar relevancia, desde mediados de la década del 80, dónde se encuentra radicada la mayor parte de la población boliviana (dos terceras partes) en el exterior: en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Sassone y Cortés, 2014, p. 85). Les autores también identifican otros rasgos, como la alta difusión en áreas urbanas y rurales en el resto del territorio argentino. En esta década, Magliano y Mallimaci (2015) destacan el comienzo de una nueva generación que arriba desde Bolivia directamente a ciudades como Córdoba, o de migrantes que ya residían en ciudades argentinas y en esta nueva etapa de las migraciones bolivianas en nuestro país se desplazan hacia Ushuaia u otras localidades del sur patagónico.9

Córdoba entre retornos cíclicos a Bolivia

En la reconstrucción del propio registro de campo en Córdoba con jóvenes y sus familias, se observa que coexisten nuevos itinerarios (Bolivia-Córdoba) con aquellos identificados como regionales, los que comprenden múltiples desplazamientos desde regiones fronterizas del norte argentino, pasando por ciudades o zonas rurales de la provincia de Córdoba, con residencia posterior en la ciudad de Córdoba; e incluso se registran desplazamientos inter-metropolitanos (principalmente desde Buenos Aires hacia Córdoba) que no aparecen referenciados en la literatura revisada. Pero el hallazgo desde el cual se sostiene el interés por revisar y complejizar el consenso en torno a los períodos establecidos de este colectivo migratorio recae en la importancia que los retornos a Bolivia tienen para la población boliviana en Córdoba. A continuación, atenderemos especialmente a estas circulaciones migratorias con retornos cíclicos que relativizan el supuesto contemporáneo de “fijación residencial” en la Argentina. A tales fines, recupero las trayectorias migratorias familiares y los proyectos migratorios en relación con: las distancias geográficas; las condiciones laborales en los distintos territorios habitados; las redes transnacionales. Todo ello para, finalmente, detenernos en las prácticas de inversión en origen.

Luego me vine acá de nuevo

Al tratarse en un principio de una migración fronteriza, la cercanía geográfica y la estacionalidad parecían explicar los procesos de retornos recurrentes a Bolivia y las re-emigraciones. Cuando las movilidades diversifican los destinos hacia territorios alejados del norte argentino, se instaura en la literatura especializada cierto consenso con respecto al cambio de patrón de radicación con mayores proyecciones de permanencia.10 Sin embargo, nuestro trabajo de campo en Córdoba, ciudad mediterránea de relativa lejanía con las fronteras con Bolivia, registra numerosos relatos de jóvenes y sus familiares con circuitos de “idas y venidas”. También así lo recuperan diversos estudios de investigadores de la academia boliviana. Por caso, Giorgis plantea que les migrantes bolivianes que viven en el barrio Villa Libertador de la ciudad de Córdoba, pese a recorrer una distancia mayor a dos mil kilómetros entre sus hogares de residencia en Bolivia y en la Argentina, se consideran a sí mismos como trabajadores que “entran y salen a trabajar” (2000, p. 236).

Por su parte, Hinojosa (2010), al trabajar sobre las familias bolivianas transnacionales, llamó habitus migratorio a la disposición frecuente a desplazarse. El autor retoma la teoría de John Murra de control vertical de un máximo de pisos ecológicos y otras teorías de trabajos sobre lógicas ancestrales de movilidad en los Andes,11 según los cuales las prácticas de permanente desplazamientos de las poblaciones que habitaron desde tiempos pre-hispánicos el altiplano y valles centrales de la región andina se comprenden enmarcadas en una cosmovisión que permitía –y, entiende Hinojosa, permite aún- una mejor y más sostenible utilización de los recursos naturales para la supervivencia de la familia y la comunidad (Hinojosa, 2010, p. 18).

Con algunos puntos de discusión con Hinojosa por establecer caracterizaciones de amplio alcance histórico sobre las movilidades bolivianas,12 De la Torre (2014) propone la noción de retornos cíclicos, que aquí sostendremos para describir la larga tradición de “idas y venidas” de la migración desde los valles interandinos hacia la Argentina. En este sentido, plantea que “si bien muchos de esos migrantes han afincado lue­go permanencia definitiva en sus respectivos puntos de destino, lo más frecuente ha sido el retorno hacia Bolivia o hacia el fermento de un nuevo ciclo migratorio, para ser más precisos” (De la Torre Á. L., 2014, p. 128). En este trabajo, el autor contrasta la mayor posibilidad de circulación de migrantes entre Bolivia y la Argentina con las posibilidades de movilidad cíclica cuando se trazan itinerarios intercontinentales, hacia Europa o Estados Unidos.

Más adelante nos detendremos en cómo se proyectan y trazan los diversos itinerarios en Córdoba, pero presento a continuación el relato sobre la trayectoria migratoria de Darío para evidenciar la circulación a la que me refiero entre origen(es) boliviano(s) y destino(s) argentino(s).

D: (…) mi papá me contó que de pequeño quería venir acá [a los] 16 años, trató de migrar acá, a Argentina, y la cosa es que no se podía, le pidieron documentos y ese año creo que vino con su primo y la cosa es que no lo dejaron entrar a mi papá. A su primo sí. Y aparte, habían venido con otro más, no sé si era su amigo o su primo también, pero era menor. Y tampoco pudieron entrar a Argentina. Decían que no podían, que necesitaban documentos y ellos no tenían. Y los hicieron volver. Se tuvieron que volver a Bolivia de nuevo.

E: ¿Y tu familia cuándo llegó acá, Córdoba?

D: Creo que en el 2000, no sé, no me acuerdo.

E: ¿Vos naciste acá en Argentina o naciste allá?

D: Nací acá, en 2002. Pero me crié allá en Bolivia hasta los cinco o siete años. (Entrevista con Darío, 16 años, 20 de noviembre de 2019)

Darío es un joven de 16 años que nació en Córdoba, y junto a su familia se ha ido desplazando entre Bolivia y la Argentina en cinco ocasiones a lo largo de su vida. Su padre y su madre son oriundos de las localidades de Incahuasi y Jolencia respectivamente, ambas situadas en la provincia de Nor Cinti, del departamento de Chuquisaca. A los 16 años, su padre intentó llegar a la Argentina sin éxito y en cambio se desplazó hacia Tarija, donde formó pareja con la madre de Darío (quien también había migrado desde el Altiplano a los Valles). Tal como veíamos, los desplazamientos en Bolivia y entre Bolivia y la Argentina están relacionados. Destaco este aspecto por la importancia de ver las relaciones entre las circulaciones internas e internacionales. Al decir de Heil et al:

Los migrantes contemporáneos actúan dentro de complejos sistemas de movimiento que a veces son circulares y que también integran otras trayectorias dirigidas hacia destinos transnacionales y transcontinentales más extendidos. Las nuevas formas de migración son similares a las antiguas en muchos aspectos, o se han desarrollado a partir de estas trayectorias más antiguas, incluso si en ocasiones han sido geográficamente más restringidas (…). Esta es otra razón por la cual el tiempo juega un papel importante en el desarrollo migratorio y por la cual una perspectiva histórica ayuda a enmarcar la interconexión entre las movilidades internas y transnacionales (2017, p. 5). (Traducción propia)

El retorno como posibilidad se vincula con otras circunstancias, por ejemplo con la relativa cercanía geográfica, como es el caso de Bolivia y la Argentina en tanto países limítrofes. Sin embargo, me interesa no agotar en las distancias geográficas la descripción, sino prestar especial atención a las condiciones de inestabilidad y vulnerabilidad en las que se insertan en destino o incluso en los sucesivos retornos, porque dichas condiciones dan pistas sobre la circularidad de estos procesos.

Nos vinimos por el tema de la plata también

Para pensar la (e)migración, el retorno o cualquier otro desplazamiento con proyección de residencia es importante revisar las condiciones laborales en los distintos territorios habitados. En este sentido, si bien las motivaciones del proyecto migratorio no se limitan a las condiciones de subsistencia, la situación económica familiar es un motor importante para explicar la decisión de partir. A lo largo del trabajo de campo notamos que son muchos los relatos que reconstruyen la iniciativa de los transitares a partir de complicaciones económicas. Les jóvenes las vivieron o las reconocen como condicionantes de los trayectos migratorios emprendidos con sus familias.

E: ¿Y cómo han hecho? ¿Vieron cuando vos tenías 4 años acá a Córdoba, después se han ido al sur?

L: Sí, dijo que fue complicado porque en ese momento no tenían plata y tenían que vender cosas y pertenencias para venir. Porque allá en Bolivia había una crisis, o sea, por eso vinieron para acá. Supuestamente acá estaban bien. Y juntaron plata, todo, vendían las cosas que tenían para que todos viniéramos acá, para que nadie se quede, y nos vinimos acá (…) cuando nosotros éramos chiquitos vivíamos acá. El tema del trabajo creo que no había mucho y en el sur supuestamente en ese tiempo había más trabajo y nos fuimos allá. Porque mi papá viajaba a España y trabajaba allá, pero mi mamá tuvo una complicación con el bebé y se murió [padeció un aborto], y de ahí decidió no volver más a España y quedarnos en el sur así.

(Entrevista con Lucrecia, 25 años, 1° de julio de 2018)

En el desarrollo de la historización de las movilidades bolivianas atendimos a cómo en situaciones críticas amplios sectores sociales, principalmente campesinos y trabajadores, se desplazaron internamente hacia los valles y llanos, o bien iniciaron movilidades internacionales e intercontinentales en las últimas décadas. En los fragmentos de entrevistas recientemente citados, Lucrecia enumera una sucesión de viajes del grupo familiar o de algunos de sus miembros, la mayoría de ellos motivada por la búsqueda de mejoras laborales de sus padres. En el caso de Lucrecia, primero desde Bolivia a Córdoba, luego de Córdoba a la Patagonia (Puerto Deseado, provincia de Chubut), de ahí sólo su padre a España, hasta que su madre sufrió un aborto y decidieron no volver a separarse. Por tanto, se destaca en estos casos que las posibilidades de establecerse laboralmente en Bolivia son inestables pero, tal como enuncia Lucrecia, en la Argentina tampoco están garantizadas las fuentes laborales. Por otra parte, los trabajos a los que accede la población migrante se caracterizan por la precariedad de las condiciones laborales (Pizarro, 2012; Zilocchi 2012; Benencia 2008, 2009; Vargas 2005).

J: Un tiempo mi papá dejó la quinta y se fue a trabajar a las obras, y en Villa María [provincia de Córdoba] se cae mi papá, del cuarto piso se cae, y se salvó de milagro, y de ahí yo le dije a mi papá “Yo no voy a entrar nunca más a una obra”, le digo. Porque yo iba con mi cuñado a trabajar a unas obras también, pero cuando tuvo el accidente mi papá yo ya no quise saber más nada de las obras (…) se salvó de milagro... sí, cuarto piso, se cayó por el ascensor (…) no es un ascensor, está... sube un guinche que le dicen, viste, un guinche que suben material por ahí... pero la obra no estaba en, no tenía toda la seguridad (…) Bueno, yo trabajaba en esas obras que hay tanto peligro y de ahí me di cuenta del peligro que corren las personas que trabajan ahí y que trabajan por nada, y mi papá se cayó de ahí, y después que le tenían que pagar. De ahí no pudo entrar a ninguna más obra por la caída que tuvo, ninguna más obra lo quería designar… porque él estaba lastimado de la cadera, y cuando le quisieron hacer la ART y le quisieron hacer la denuncia, se desaparecieron todos los que estaban en la obra. Hacé de cuenta que mandaron telegrama, todo para que responda, y el arquitecto, el dueño de la obra, todos desaparecieron, dejaron tirado todo, porque en las obras donde está el ascensor ese que lleva, el guinche, tiene que estar cerrado, como portoncito, y él bajaba, le pidieron las cosas de arriba y bajaba y se equivocó, y ah, cierto, no había iluminación en la escalera también. Entonces él bajaba por la escalera (…) en vez de bajar por donde da vuelta por la escalera, se metió justo por donde está el vacío, oscuridad. Debería estar la puerta de ascensor y cuando él pisó y sintió que no había nada, quiso agarrarse de las paredes y ya no había nada (…) y menos mal que abajo del cuarto piso había dos así durmientes, que son palos gruesos de madera y dos chapas finitas, cosa que le amortiguaron la caída a él y solamente se fisuró la cadera… si era cemento, no, no la contás... y de ahí se volvió al campo de nuevo, mi viejo. (…) [Yo] no quise saber nada adentro de la obra. Paso por una obra y me da terror, paso por abajo rápido…

(Entrevista con Juan, 25 años, 16 de noviembre de 2017)

Sayad (2008) propone entender las situaciones de vulnerabilidad de la condición migrante en relación con las “razones de trabajo” y la “ilusión provisoria”13 que, en tanto supuesta presencia temporaria y extranjera, no amerita participación política ni en origen ni en destino. Podríamos decir que la condición migrante se expresa más precisamente cuando se restringe el ejercicio pleno de la ciudadanía a les nacionales. Entonces no se les reconocen los derechos básicos aquí, donde se está, pero se es no-nacional, ni allá, de donde se es nacional, pero no se está.

En el caso de migrantes bolivianes, desde el Estado boliviano la implementación de algunas políticas como la de "documentar gente", otorgar doble nacionalidad a les menores nacides en el exterior con progenitores bolivianes14 y el reconocimiento en tanto sujetos de derecho a quienes residían en el exterior (principalmente el derecho al voto) (Domenech, 2009) salda una parte de la vulnerabilidad de dichos migrantes en origen. En destino, en cambio, la situación es particularmente desfavorable, tal como relataba Juan. Al analizar las condiciones en destino de las poblaciones migrantes trabajadoras, Pedreño las definió como un “régimen específico de vulnerabilidad”. Éste se caracteriza por la aplicación de políticas migratorias restrictivas; la clasificación y jerarquización etnicista del valor social de los diferentes colectivos inmigrantes; y un retroceso de los derechos sociales de trabajadores migrantes, condicionado “por su posición subordinada y desvalorizada en cuanto al estatuto de ciudadanía, lo cual les confiere una capacidad de influencia política muy baja en las controversias por la distribución de los recursos sociales y estatales” (2005, p. 98).

Pizarro (2012) reconstruye cómo las políticas migratorias argentinas clasifican a les migrantes produciendo etnicidad y desigualdad. En este sentido, destaca la relación entre la condición de irregularidad que establece la política migratoria vigente, las condiciones de inserción de migrantes no deseados y las proyecciones de permanencia de les migrantes.

La ilegalidad o irregularidad de aquellos inmigrantes que piensan su permanencia como temporaria se convierte en un recurso que les permite acceder con un capital social diferencial al mercado de trabajo segmentado. Esto es, los inmigrantes irregulares que no pretenderán el reconocimiento de sus derechos sociales laborales son preferidos por la patronal en mercados laborales que se caracterizan por la informalidad, el trabajo a destajo y las denigrantes condiciones laborales. Así, la irregularidad se produce desde el inicio de la migración como una condición de ella y no sólo como una consecuencia (2012, p. 233).

Vamos a Bolivia y volvemos, así somos, no quedamos

Otro aspecto a considerar para la comprensión de estos procesos de retorno cíclico refiere a las amplias redes y fuertes lazos que vinculan a migrantes transnacionales de origen boliviano operando a un lado y otro de las fronteras. En este sentido, al intentar plantear las relaciones entre sociedades de origen y destino para describir el conjunto de actores, recursos y objetos que circulan en esas redes, es más pertinente hablar de comunidades y familias trasnacionales (Herrera, 2004). En el mismo sentido, Rivera Sánchez (2017) plantea cómo la perspectiva transnacional demanda nuevas estrategias analíticas para repreguntarse acerca de “cómo se desarrollan y se mantienen los vínculos y las relaciones sociales no solo en el hogar, sino entre los miembros de la familia extensa, en las comunidades de origen, cuando algunos de ellos se relocalizan en otros lugares” (Rivera Sánchez, 2017, p. 49).

Repasemos los recorridos que transita la familia de Severina, una mujer de alrededor de 40 años nacida en Potosí, madre de cinco jóvenes de entre 12 y 20 años. Al momento de la entrevista, su padre, su madre y su marido habían fallecido y dos de sus hermanos vivían a unas cuadras de su casa. En los últimos 20 años que logro reconstruir de su trayectoria migratoria, se ha desplazado siete veces entre Potosí y distintos destinos por la Argentina. Estos, sin contar los viajes en los que iba a visitar a Mateo, el más grande de sus hijes que quedó al cuidado de su madre hasta que finalizó los estudios secundarios; ni los últimos viajes que realizó en plan de vacacionar, visitar su pueblo, a sus primas y disfrutar del carnaval.

S: Primerito veíamos aquí, con mi marido cuando no teníamos hijos, en Villa Dolores... Sí, nació el Hernán... Después de un año, menos de un año fuimos a Bolivia, cuatro meses quedamos, volvemos de ahí a aquí. Aquí estaba en ese tiempo ya mi hermano... y mi hermano me dijo “Vengan aquí...” Esa vez no tenía todavía documento cuando naciaba [nació] él... Después decían ‘hay que hacer documento’, como estaba aquí para tramitar cerquita nos quedamos aquí tramitando... y sí, después aquí nació la Cindy, después de vuelta fuimos a Bolivia. Así hacíamos nosotros: andábamos para aquí, para allá [se ríe] (…) Después, cuando en primer año estaban, ese año (…) mi papá y mi suegro fallecieron, los dos… Después fuimos a Bolivia, después de ahí ya no volvía más yo... me quedaba yo allá y mi marido solito veniaba [venía] y después dos meses quedó y falleció acá en Pinamar... sí, porque… no sabemos con qué falleció tampoco, nada... el Horacio ya estaba en Bolivia en 2do curso, entraba a 2do, 3ero... Después yo me quedé allá, ellos se quedaron chiquititos, chiquititos me dejaron.

E: Qué duro... ¿Estabas con tu familia?

S: Estaba mi mamá, mi papá ya no estaba más también, y después mi hermano estaba aquí y me dijo “¿Qué vas a hacer vos allá?”’. Esta vez ya estaba empezando a sacar esa Asignación [Universal por Hijo],15 no ve... porque me dijeron mis hermanos ”Vengan, que tus hijos son argentinos”. “Vení, tramitale”, él me dijo, pero no teniaba [tenía] la plata. “¿Con qué plata puedo venir acá?” y por suerte ellos, mis hermanos, me ayudaron con la plata, me mandaron la platita, y con esa platita ya no voy más allá a visitar, no más a Bolivia.

(Entrevista con Severina, 16 de marzo de 2019)

Las redes migratorias resultan verdaderas tramas de información y asistencia para las familias bolivianas (Cassanello, 2014). Padawer y Diez (2015) plantean cómo las redes sociales de paisanaje brindan la posibilidad de desplazarse y afianzar las oportunidades educativas –y laborales- de las siguientes generaciones. En el caso que relata Severina, sus hermanos (y cuñadas) le avisan cómo se tramita la documentación para su primer hijo nacido en la Argentina, y a su vez se ponen a disposición al facilitarle los medios para que se vuelva a instalar en Córdoba tras perder a su marido y le avisan que puede acceder al programa de Asignación Universal por Hijo.

También el caso permite comprender el sentido ampliado de la familia transnacional al que refiere Rivera Sanchez, cuando Severina y su marido retornan a Bolivia tras el fallecimiento de su padre y su suegro para –no aparece en este fragmento de entrevista- sostener la cosecha y acompañar a su madre. Las redes de cuidado, que suelen recaer sobre las mujeres, se motorizan y consolidan en estos espacios trasnacionales (Herrera, 2011), y se tornan cíclicas si pensamos la relación que la madre de Severina tiene con Mateo (“mi mamá nunca lo soltaba, desde chiquitito”), y la de ella misma al cuidado de su madre viuda durante el duelo.

Este relato biográfico, además de presentar cómo se activan redes de parentesco en las familias trasnacionales, expone los niveles de inestabilidad económica sobre la cual fundábamos parte de la descripción de los procesos de (e)migración y de retorno. Las formas de insertarse laboralmente que reconstruíamos a partir de Pizarro (2012) evidencian en el crudo relato de Severina las condiciones de vulnerabilidad que viven16 –y en las que también mueren- les migrantes que se insertan en el mercado laboral informal.

A los dos años viajaron a Bolivia por los lotes, por la casa que están comprando

Un último elemento que me interesa desarrollar en torno a los repertorios cíclicos se refiere a las inversiones en origen que emergen en los relatos de algunes jóvenes. Así como veíamos que hay familias que, conforme a las coyunturas, van reorganizando su proyecto migratorio y deciden anclar invirtiendo en destino, encontramos otros casos en los que, en tanto se logra algún sobrante, se invierte en tierras, construcción o la remodelación de la propia vivienda en origen.

Las palabras con las que introduzco este subapartado pertenecen a Malena, una joven de 13 años que asiste a primer año de la escuela secundaria. Nació en Córdoba y vive en esta ciudad junto a sus tres hermanes y padres. Como presento a continuación, Malena relata el trayecto migratorio de su grupo familiar mostrando las tareas de cuidado de sus abueles para con su hermano y la organización familiar transnacional ampliada pero, a diferencia de los casos anteriores, aquí veremos que se proyecta el retorno:

E: Entonces tu familia se vino de Cochabamba. ¿A Córdoba directamente o a otros lugares también?

M: No, a Córdoba directamente (…) mi mamá, cuando estaba embarazada, vino para Argentina y me tuvo a mí. Y a mi hermano, a los dos años lo dejó en Cochabamba con mi abuela. Y se vino mi hermana desde pequeña, o sea, la Paloma y mi papá y mi mamá, y me tuvieron a mí acá en Argentina. Después volvieron otra vuelta. Después le trajeron mis abuelos a mi hermano, vinieron hasta Córdoba y lo trajeron. Después, mis abuelos regresaron a Cochabamba y nos quedamos todos en Argentina. Después mi mamá, cuando la tuvo a mi hermana más pequeña (yo ya había nacido), a los dos años viajaron a Bolivia por los lotes, por la casa que están comprando. Viajaron mi hermana pequeña y mi mamá, y después volvieron. Eso fue en las vacaciones de invierno. Y nosotros no fuimos, sólo ellas fueron (…) la idea es volvernos a Bolivia.

(Entrevista con Malena de 13 años, 24 de junio de 2019)

En el mismo sentido que Malena, César, un joven nacido en Cochabamba, que junto a su familia ha migrado directamente a Córdoba con un año de edad. Tienen una vivienda en su ciudad natal en “viajes de visita”, que van acondicionando y manteniendo:

C: Allá la casa, compramos nosotros el terreno en dólares. Digamos, es más barato comprar en dólares el terreno allá que en pesos. Digo, en boliviano. Tengo una casa yo allá.

E: ¿Y la idea tuya es volver allá? ¿Cómo es?

C: Sí, cada año vamos a visitar, porque la casa… Tenemos una casa y tipo que no ponemos tantas cosas en esa casa. Y tenemos que ir a cortar el pasto, porque el pasto llega [señala la altura de sus hombros] (Entrevista con César, 2 de julio de 2019)

Tal como analiza De la Torre (2014), la relación de migrantes con las comunidades de origen en Bolivia tiene características más propias del aporte “inversor” que del “remesador” (p. 135). El retorno no es sólo un deseo o una coyuntura: también es parte del proyecto de adultes.

Esta óptica de los proyectos migratorios, que se discuten más en la academia boliviana que en la argentina, implicó una revisión de los propios hallazgos de investigación, para releer en esta clave las apuestas familiares. En una investigación anterior (Maggi et al, 2014) sobre procesos identitarios de mujeres migrantes de origen boliviano en Córdoba, al recuperar sentimientos de arraigo y nostalgia con las que se referían nuestras entrevistadas a sus lugares de origen en Bolivia, presentábamos el caso de Rosa. Rosa nació y vivió hasta los 8 años en Rodeo, una comuna rural del departamento de Cochabamba, y desde los 8 hasta los 14 en el pueblo Punata (en el mismo departamento). En 1990, a la edad de 14 años viaja por primera vez sola a Buenos Aires para trabajar en un taller textil de la prima de una señora para la que se empleaba en Punata. No se cumplen las condiciones que le habían prometido y se vuelve al pueblo a los pocos meses. Allí forma una pareja y juntes migran a la provincia de Córdoba hace 22 años (los primeros años entre la ciudad de Córdoba y Río Primero, y desde hace 18 años vive en la ciudad de Córdoba) con ciclos de retornos intermedios a Bolivia. En aquella investigación, mostrábamos los sentimientos encontrados por las condiciones de vida entre acá y allá:

R: (…) aquí me he acostumbrado, como mis hijos son nacidos acá, y allá me gusta ir para pasear. Más que todo, sí, nunca me puedo olvidar de donde nací. Pero Bolivia, cuando voy, no me da ganas de venir ya… pero no tengo casa, como allá sale caro, puro dólares, entonces acá todavía en pesos y acá tengo mi propiocasita y allá diferente es, la casa de mi mamá, de todo. Yo quiero con la familia apartita yo sola y no puedo comprar todavía. No llego de comprar todavía.

E: ¿Y qué es lo que más te gusta de Bolivia?

R: Y, en Bolivia me gusta que sentís más confianza, algo en Bolivia… se siente como en tu país. No te discriminan y así tranquilamente. Todas las cosas, comés también lo que quieres, más sano, natural, frutas naturales. También puedés comer papa de toda clase, maíz de toda clase, cereales, de todo. Hay de todo para comprar. La plata nomás no se puede ganar, es muy escaso algunas veces el trabajo. Hay trabajo pero pagan barato, esa diferencia. Y nosotros acá nos gustó más que sentimos que…, nos acostumbramos, es más limpio también. En Bolivia, medio la verdad un poco más pobre de acá. Hay gente, lugares más pobres, que no tienen nada. Hay gente que están viviendo, cambiando como acá también…

(Entrevista con Rosa, 21 de noviembre de 2013, en Maggi et al, 2014, p. 97)

Se trata de un relato muy rico para mostrar las contradicciones de un recuerdo y un presente que no se idealizan, sino que ambos conviven entre el deseo de quedarse en Bolivia sin poder solventar la compra de una vivienda y trabajar en Córdoba a pesar de vivir intranquila y sufrir constante discriminación.17

Cuando Rosa planteaba que no llegaba “todavía” a comprar su casa, expresaba lo que interpretábamos más como un deseo que como un proyecto, porque en el momento no podíamos adelantar si estaba buscando efectivamente retornar, y menos aún si iba a lograr concretarlo. Durante mi actual trabajo, al conversar con jóvenes sobre sus trayectorias y los proyectos migratorios propios y familiares, sus relatos me daban una noción procesual de aquella fotografía tomada en 2013-2014, además de un nuevo punto de vista. En este sentido, conversando con Eneas –a quien después, con base en su apellido y algunos otros cruces, logro identificar como el menor de los hijos de Rosa–, me cuenta que sus padres están por irse a vivir a Bolivia:

En: Yo voy a ir a vivir allá, mis papás este año o en el próximo año se van a ir a vivir allá para siempre. Nosotros, con mi hermano mayor y con mi hermano el (N) que estaban ahí, ellos van a estar encargados de trabajar. Mi hermano el mayor está trabajando en la construcción y dice que él va a traer plata, nos va a mantener a nosotros tres como hermanos, para que nosotros seamos más independientes, como ya son mayores mis hermanos. Y ellos [sus padres] se van a ir a vivir a Bolivia, porque como que ya no les gusta tanto Argentina, se sienten más bien ahí, como en casa... Yo también quiero ir a Bolivia, pero no me dejan... porque tengo que terminar mis estudios, hasta los 18 me quedo.

(Entrevista con Eneas, 13 años, 2 de julio de 2019)

Eneas permanecerá al cuidado de sus hermanos mayores en la vivienda que tienen en un barrio de la periferia sur de Córdoba, mientras su madre y su padre residan en Bolivia. Si bien en el relato la descripción sigue girando en torno a un proyecto, a diferencia del momento en que conversábamos con Rosa ahora han logrado invertir en la vivienda en Bolivia y la proyección pasa a tener planes más concretos en torno a la organización y sostenimiento del hogar en Córdoba.

En estos casos me interesa dar cuenta de cómo familias migrantes bolivianas habitan espacios transnacionales y ponen en práctica estrategias de territorialización múltiples en destino(s) y en origen(es). En este sentido, Haesbaert (2013) propone, para el caso de migrantes, pensar en términos de multiterritorializaciones alternativas. Mientras que sujetos en condiciones favorables de movilidad (por ejemplo, grandes ejecutivos de empresas transnacionales) se multiterritorializan debido a la posibilidad de tener la experiencia simultánea y/o sucesiva de diferentes territorios reconstruyendo constantemente el propio, los grupos subalternos que quedan “en tránsito”, entre territorios, construyen una efectiva apropiación de los espacios mediante multiterritorializaciones alternativas; es decir, mediante los vínculos que sostienen en origen y los que reconstruyen en los diversos destinos que transitan.

Conclusiones

Al caracterizar la larga tradición de “idas y venidas” entre Bolivia y la Argentina, pude dar cuenta de que los desplazamientos internos en Bolivia e internacionales entre Bolivia- Argentina y otros territorios, o incluso las movilidades por el territorio argentino, están relacionados en tanto van configurando una experiencia de movilidad intergeneracional fluida. En este sentido, vimos con especial detenimiento los itinerarios con circulaciones o proyecciones migratorias circulares entre Bolivia y la Argentina que tensionan el supuesto de permanencia definitiva en destino, para comprender las trayectorias migratorias de gran parte de las familias radicadas en Córdoba. Esta reconstrucción, que recupera las trayectorias migratorias de les jóvenes y sus familias en relación con los períodos establecidos en la literatura especializada, nos permitió identificar un desfasaje temporal, debido a que muchas de las tendencias mayoritarias de las movilidades bolivianas tienen un correlato con procesos de radicación en los lugares de mayor presencia (AMBA), pero que no necesariamente se corresponden con los patrones migratorios en Córdoba, donde se diversifican trayectorias con residencia fija con itinerarios cíclicos y proyecciones de retorno.

Para profundizar en aspectos de las trayectorias migratorias familiares y de los proyectos migratorios con retorno, vimos la situación de vulnerabilidad en relación con las condiciones laborales de migrantes y su relación con la especificidad misma de la condición migrante en materia de ciudadanía y acceso a mejores condiciones laborales. Por otra parte, atendimos a la importancia de las redes transnacionales que de un lado y otro de la frontera circulan información, funcionan como soporte y distribuyen tareas de cuidado. Hacia el cierre, también reparamos en cómo los relatos de jóvenes y sus familiares narran los proyectos familiares de retorno que cobran formas más concretas mediante la inversión en la propia vivienda en origen.

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Notas

1 Se adopta lenguaje inclusivo a lo largo de todo el texto.
2 Es un imaginario reforzado en el dicho popular que clarifica el sentido dominante de la constitución cultural del ser nacional: “Los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos descienden de los incas, los argentinos descienden de los barcos”.
3 En el marco de dicha investigación se realizaron entrevistas etnográficas y semiestructuradas a 104 personas entre jóvenes, familiares y actores educativos (docentes, preceptores y directives) en contextos escolares, comunitarios y familiares de la ciudad de Córdoba. Los testimonios aquí recuperados se transcriben bajo un nombre de fantasía, a los fines de preservar en el anonimato a les entrevistades.
4 Según Speroni Pereira Da Cruz (2019, pp. 170-171), para 2017 la Organización de las Naciones Unidas estimó que había 820.722 bolivianes viviendo en otros países, de les cuales el 53 % residían en la Argentina -434.759, es decir más de 100.000 bolivianes más que la cantidad de migrantes de este origen registrades en el censo de 2010 (INDEC, 2012)-, 19 % en España, 10 % en Estados Unidos, 6 % en Brasil, 5 % en Chile, 2% en Italia y 6 % en otros países.
5 Incluso, dada la intensidad de estudios sobre este colectivo migrante en la academia argentina, (Domenech y Pereira, 2017) llegan a referirse, en una reconstrucción del campo de estudios migratorios local, a “bolivianización” para remitirse al protagonismo que adquiere.
6 Para Grimson (2006), el rechazo al migrante de origen boliviano mediante la vigencia en la actualidad de la jerarquización racializada en el sistema clasificatorio argentino se actualiza y reconfigura en nuevas formas de manifestaciones xenófobas por el aumento de la visibilidad de les migrantes en el marco de las transformaciones estructurales en el mercado laboral a partir de las reformas neoliberales, en las cuales les migrantes pasaron de ocupar nichos laborales complementarios –como la construcción y el servicio doméstico, por ejemplo- a ser competidores de trabajadores locales.
7 “La hoja de coca, oriunda de Bolivia y un cultivo de gran relevancia local [Revisar: el original debería tener una coma aquí] surgió lentamente como un importante producto de exportación en la década de 1970, con la creciente demanda mundial de cocaína (…) Para este momento [mediados de los 80] se calculó de manera conservadora que 250000 campesinos cultivaban la planta. Sin duda, la hoja de coca se volvió, durante un tiempo, el producto agrícola más importante para la nación (…) Pero las exportaciones de cocaína boliviana comenzaron a enfrentar controles internacionales cada vez más estrictos, y una presión cada vez mayor de los Estados Unidos, que remplazó la Guerra Fría con la guerra contra las drogas” (Klein, 2015, pp. 292-294).
8 A partir de datos censales que recupera Cassanello, se puede observar cómo, a partir del censo de 1991, los porcentajes se asemejan, e incluso se logra revertir la relación de mayoría en 2010: 1991: varones 51,7 %, mujeres 48,3 %; 2001: varones 50,3 % - mujeres 49,7 %; 2010: varones 49,66 %, mujeres 50,33 % (Cassanello, 2014, p. 63).
9 También se relata la formación de enclaves o barrios bolivianos que en la ciudad de Córdoba han sido objeto de indagación en Bompadre (2010) y Maggi et. al. (2014 y 2015) [No aparecen en “Referencias”]
10 Conviene aclarar que aquí no se discuten los resultados de investigación que muestras esas tendencias en el AMBA y provincia de Buenos Aires, territorios que concentran la mayoría de la población migrante de este origen, sino el supuesto de que el patrón de radicación de la población que allí reside es aplicable a otras partes de la Argentina.
11 Hinojosa recupera, además de la teoría de “control vertical de un máximo de pisos ecológicos” de John Murra, la teoría de “simbiosis interzonal” de Ramiro Condarco Morales y el trabajo que sintetiza ambas propuestas, escrito en colaboración entre dichos autores: “La teoría de la complementariedad vertical eco-simbiótica”, de 1987.
12 Una relación que conecte prácticas históricamente tan distantes podría pecar de cierto esencialismo, o de “idealismo” según De la Torre.
13 Para muchos estudios sobre procesos migratorios, la nostalgia hace del retorno un deseo constante pero muchas veces complicado de concretar. Sayad, al analizar el caso de argelines en Francia, acuña la categoría ilusión provisoria para referirse a la proyección de retorno que se dificulta. Para el caso de bolivianes en la Argentina, tal como estamos analizando, no resulta una mera ilusión.
14 Se reglamenta “la doble nacionalidad y la recuperación de la nacionalidad boliviana” mediante el Decreto Supremo 27698, en 2004.
15 La Asignación Universal por Hijo para la Protección Social es un Programa de transferencia condicionada de ingresos, creado en octubre de 2009 y que tiene como destinataries a les menores de 18 años cuyes adultes a cargo no se encuentren incluides en el mercado laboral formal, ya sea que se desempeñen en el sector informal o se encuentren desocupades. Como condicionante, adultes a cargo deben presentar anualmente un documento (Libreta Nacional de Seguridad Social, Salud y Educación), a modo de declaración jurada, con calendario de vacunación y de regularidad escolar por parte de le beneficiarie directe. Diversos trabajos que analizan las particularidades de su implementación en familias migrantes plantean que, si bien se trata de un ingreso que impacta positivamente en las familias más empobrecidas, es excluyente en su propósito de universalización de un derecho al exigir residencia legal en el país mínima de tres años, y por tanto clasificando según la pertenencia de origen nacional (Ceriani Cernadas y Cyment, 2011; Martinez, 2014). Para profundizar en la incidencia de la AUH en las trayectorias escolares de jóvenes migrantes, véase Morzilli (2021).
16 Con la llegada de Mateo al grupo familiar que reside en Córdoba, son seis integrantes que conviven en un hogar de dos habitaciones. Este fue construido por Severina y familiares en la periferia de la ciudad. Desde que conozco a Severina en 2013, el sustento principal que sostiene su hogar es su trabajo como vendedora ambulante de tejidos en el centro de la ciudad. En su primer año en la ciudad, Mateo trabajó como ayudante de albañilería. Al momento de la entrevista, intentaba ingresar al profesorado de gestión pública.
17 Este último aspecto fue especialmente problematizado porque daba cuenta de que las relaciones de un barrio periférico de los llamados “barrios bolivianos” (Bompadre, 2010) estaban atravesadas por las identificaciones en términos de origen nacional entre migrantes y locales, configurándose principalmente a partir del rechazo hacia los bolivianos, o bien desde la exotización (Maggi y Trabalón, 2014).

Recepción: 20 Mayo 2021

Aprobación: 01 Septiembre 2021

Publicación: 01 Noviembre 2021

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