Anuario del Instituto de Historia Argentina, junio 2018, vol. 18, n° 1, e062. ISSN 2314-257X
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Centro de Historia Argentina y Americana

Dossier

“Sed cual ángeles de piedad, fuertes en vuestra propia debilidad”. La feminización profesional y agenciamiento de las Visitadoras de Higiene Social. 1935- 1942 1

Canela Gavrila
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Cita sugerida: Gavrila, C.(2018). “Sed cual ángeles de piedad, fuertes en vuestra propia debilidad”. La feminización profesional y agenciamiento de las Visitadoras de Higiene Social. 1935- 1942 Anuario del Instituto de Historia Argentina, 18 (1), e062. https://doi.org/10.24215/2314-257Xe062

Resumen: El propósito del siguiente artículo es analizar la feminización profesional de las visitadoras de higiene social comprendiendo a este proceso de un modo no lineal, sino construido por múltiples resistencias y prácticas de agenciamiento de las profesionales. Para ello, repararemos en las tensiones producidas entre las prescripciones de los médicos a cargo de la formación disciplinar, quienes pretendían hacer de las visitadoras “ángeles de piedad”, capaces de coaccionar a las mujeres de los sectores populares junto con las acciones profesionales de persuasión, solidaridad y complicidad entre mujeres ensayadas por las visitadoras donde tensionaron la supuesta “debilidad” esperable en su ejercicio profesional.

Palabras clave: Visitadora de higiene social, Feminización, Agenciamiento.

¨Be like angels of mercy, strong on their own weakness¨. Professional feminization and the Social Hygiene Vistor’s agency. 1935- 1942

Abstract: The purpose of this article is analyze the social hygiene visitor´s professional feminization understanding this process in a no lineal way but built by multiples resistances and professional agency´s process. For it, we are going to notice the tensions between the prescription of the doctor in charge of the disciplinary formation who pretend to transform the visitors into ‘angels of mercy’, ables to coerce working class women, with the professional actions of, persuasion, solidarity and complicity between women rehearsed by the visitors where they tensioned the supossed‘weakness’ expected in their professional practice.

Keywords: Social hygiene visitor’s’, Feminization, Agency .

Introducción

Las mujeres han participado históricamente en las tareas de asistencia y reproducción social. En Argentina, desde principios del siglo XIX, han estado presentes en obras de auxilio y de socorro vinculadas a la caridad y a la filantropía pero estas tareas no eran consideradas un trabajo, sino parte de las acciones propias de la condición femenina (Grassi, 1989; Oliva, 2007; Guy, 2011). Sin embargo, desde la década de 1920 con el despliegue de la cuestión social y la necesidad del Estado por ampliar su intervención para el control sobre los sectores populares, comenzó un proceso de profesionalización de las tareas de asistencia social guiado por grupos de médicos higienistas. Así, en 1924 la Universidad Nacional de Buenos Aires creó la primera Escuela para Visitadoras de Higiene Social (EVHS) dependiente de la Cátedra de Higiene Médica y Preventiva de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires, institución que constituye el primer antecedente universitario de la actual carrera de Trabajo Social. Posteriormente, en 1938, será la Universidad Nacional de La Plata la que cree una escuela de similares características.

En los últimos cuarenta años se inició una serie de investigaciones atentas al desarrollo de la carrera de Trabajo Social. Este corpus bibliográfico –impulsado en gran medida por quienes ejercen la profesión– analizó la creación de la Escuela para Visitadora de Higiene Social como un hito transicional en la institucionalización de la carrera de Trabajo Social entendiendo que la misma fue fundada para atender a las necesidades de la medicina preventiva (Alayon, 1978; Parra, 1999; Rozas Pagaza, 2001; Carballeda, 2006). El inicio de la carrera también fue interpretado como respuesta ante posibles conflictos sociales generados por la organización colectiva de quienes no podían garantizar su reproducción cotidiana (Oliva, 2007). Un aporte sustancial fue realizado por la antropóloga Estela Grassi (1989), quien asumió el desafío por comprender las funciones de las mujeres en la historia de la asistencia social –aunque de manera similar a los anteriores autores su estudio estuvo centrado en la capital nacional–. En los últimos años, otras historiadoras y trabajadoras sociales dieron cuenta del desarrollo histórico de la profesión enalteciendo la participación de las mujeres y sus modos de intervención regional (Di Liscia y Billorou, 2005), así como también mediante el rescate de las principales figuras del servicio social anglófono como lo fueron Mary Ellen Richmond, Gordon Hamilton y Helen Harris Perlman (Travi, 2006).

Estos trabajos aportan elementos sobre cómo la profesión fue asociada a supuestas características amorosas disciplinantes y moralizantes, y cómo sus labores de prevención y profilaxis fueron realizadas de acuerdo a lo establecido por los médicos, sin atender tanto a acciones disruptivas, creativas y de agenciamiento propias del quehacer profesional de estas mujeres, como también a su compromiso con las personas con quienes trabajaron. Esto encierra otro problema ya que, al considerar exclusivamente el carácter conservador al momento inicial de la profesionalización se obtura una reflexión de mayor alcance en la que se evidencien las disputas ideológicas de los diversos equipos profesionales que formaron las EVHS. Esta interpretación produce una visión homogénea del proceso y niega otras experiencias de intervención profesional comprometidas con proyectos político-sociales 2 con antelación al período de la reconceptualización teórica de la profesión 3 .

Por ello, el objetivo de este trabajo es indagar sobre las irrupciones al discurso disciplinante de las visitadoras para potenciar las acciones de resistencia y prácticas de agenciamiento frente a las expectativas médicas esperables en su desempeño laboral. Es decir, articular lo que Michael Foucault (2008) considera un modo arqueológico de abordaje que permita incluir y comprender aquellos elementos excluidos de los grandes relatos, como interrupciones, errores y contrariedades, para poner en suspenso el carácter dominante de los discursos médicos producidos por varones desde una voluntad de verdad que solapó los discursos y representaciones producidas por las visitadoras de higiene social (Foucault, 2008). Serán fuente de análisis las voces de las profesionales en su desempeño como radioconferencistas en las dos principales radios de la ciudad de La Plata con gran alcance en la región: Radio Provincia LS 11 y Radio Universidad LR 11. Allí tuvieron la posibilidad de disertar sobre su práctica laboral y ensayar discursos que alentaron a la complicidad con otras mujeres en la “ciudad higiénica” 4 .

Para este trabajo realizaremos un recorte temporal del momento formativo de la profesión situado entre los años 1935 y 1942. El período se inicia en la proyección de la Escuela para Visitadoras de Higiene Social de la UNLP a cargo de un grupo de médicos higienistas, y se extiende hasta el año 1942, momento en que se publican las radioconferencias de las visitadoras de higiene social, en las que aparecen tensionadas las proyecciones realizadas por los docentes de la EVHS.

Las pretensiones de este trabajo no se limitan a revalorizar las acciones de las primeras visitadoras de higiene social, sino que se procuran revisar las relaciones de poder establecidas en el ámbito sanitario a partir de los aportes de los estudios de género, y también analizar cómo las discursividades formuladas por las visitadoras de higiene social sirven para cuestionar los intentos de regulación del género femenino en el proceso de profesionalización. Mediante la producción de los saberes que generaban estas mujeres resultaron nuevos espacios de producción y reproducción de conocimiento que tensionaron la pretendida masculinización del campo médico y dieron lugar a prácticas de agenciamiento. De acuerdo con Thomas Lynn (2016), el agenciamiento será tomado en este trabajo como una clave para comprender las prácticas y experiencias que posibilitan pensar las acciones de mediación, resignificación y resistencia de los sujetos autónomos dentro de las situaciones y estatus de los espacios que ocupan. Con ello, la agencia no sería entonces un argumento concluyente y totalizante, sino un elemento de análisis que posibilita la emergencia de acciones ignoradas.

El trabajo se encuentra organizado en cuatro apartados. En principio presentaré algunas características de las profesiones sociosanitarias feminizadas en Argentina; seguido de ello, realizaré una breve cartografía de los antecedentes de atención sociosanitaria en la ciudad de La Plata en relación a madres e hijos, para luego, en una tercera instancia, considerar como se profesionalizó la visita de higiene desde la UNLP, y, por último, presentar las acciones de las visitadoras conferencistas desde el espacio sonoro local.

Feminización y profesionalización

Las profesiones han sido concebidas por la sociología como un fenómeno de las sociedades modernas. El sociólogo norteamericano Eliot Freidson (1978) analizó la medicina como uno de los prototipos representativos de una profesión y destacó como elementos clave de la organización profesional la capacidad de acumular y usar conocimientos desde sus propios estándares, sin sujetarse al control de actores externos. Este autor considera que las pujas de poder, las relaciones con el Estado y con otros grupos ocupacionales son importantes en los procesos de profesionalización. La división del trabajo médico en otras ocupaciones y prácticas útiles y necesarias a la medicina, generalmente dedicadas a brindar servicios relativos a la curación, reúne variados oficios especializados que podrían llegar a ser ocupaciones competitivas y a constituirse en una amenaza para el monopolio de la medicina.

Por este motivo, resulta interesante fomentar debates en torno a los desarrollos históricos de la profesionalización destacando las vinculaciones de poder y de autoridad, los sesgos de género y las jerarquías establecidas –entre las distintas profesiones y en el interior de cada una de ellas– al momento de detener la mirada en las condiciones que posibilitaron su surgimiento. En este sentido, urge repensar las relaciones de género y preguntarnos por la participación de las mujeres en estas profesiones y cómo se constituyeron los eslabones de subordinación y resistencia en la jerarquía médica.

Como señala Carole Pateman (1995), la subordinación ha sido un tema secundario entre los cientistas sociales. No obstante, esa cualidad muestra cómo la diferencia sexual da lugar a la división patriarcal del trabajo, no sólo en el hogar conyugal sino en los puestos de trabajo de la sociedad civil. El análisis de la profesionalización de ocupaciones feminizadas resulta un desafío para estudiar cómo la dominación sexual estructura los lugares de trabajo del mismo modo que las imposiciones, negociaciones y resistencias para el establecimiento del control, la autonomía y los límites de muchas profesiones respecto de la medicina.

La profesionalización de la visita de higiene puede inscribirse como parte de un entramado más amplio suscitado en Argentina durante la primera mitad del siglo XX. Por una parte, el crecimiento y expansión de los alcances de la profesión médica sobre multiplicidad de esferas políticas y sociales, con un destacado predominio de los varones en las posiciones de poder a la par de la exclusión de las mujeres médicas (Armus, 2000; Belmartino, 2005; Biernat, 2015). Por otra parte, la incorporación femenina en el mercado de trabajo estuvo cargada de fuertes contradicciones que supuestamente acarreaba la mujer obrera para la moralidad femenina y su condición maternal (Lobato, 2007). El peso de la ideología de la domesticidad 5 y las voces que denunciaban el peligro de desintegración del orden doméstico y familiar hicieron que actividades como la enfermería, la educación y la asistencia resultaran más apropiadas en relación con los “deberes femeninos”, lo que las constituyó en “profesiones atajo” (Martín, 2015, pp. 257- 258). Sin embargo, el hecho de que las mujeres participaran en trabajos que eran considerados “naturales” de su condición facilitaba también la desvalorización de su desempeño y por ende su feminización (Ramacciotti y Valobra, 2015).

En particular, el proceso de profesionalización y feminización de la carrera de visitadoras de higiene resultó similar al de las dietistas, en tanto son resultado de la proyección de grupos de médicos varones –y no de las propias agentes–, quienes, en su afán por expandir los alcances de su ocupación en ámbito estatal y en el mercado, fundaron espacios profesionales sobre los cuales pretendían mantener el control (Buschini, 2016).

En esa misma línea se inscribió la EVHS de la UNLP. Su fundador y primer director, el Dr. PiladesDezeo 6 , les proponía a las jóvenes que ingresaban a la escuela convertirse en“ángeles de piedad fuertes en vuestra propia debilidad o como la rumorosa ola que con su constante caricia modela la dura roca” (Dezeo, 1938, p. 7). Al igual que sus colegas, Dezeo acordaba con los criterios de época acerca de la “debilidad” femenina y su utilidad para la reproducción cotidiana, por ello sabía que podía exigir esfuerzos constantes y persistentes a las féminas en pos de modificar hábitos o modelar conductas ajenas, puesto que los trabajos de cuidados, asistencia y auxilio al prójimo ya formaban parte de las tareas que las mujeres realizaban en el espacio doméstico y también en el espacio público. La EVHS permitiría tender puentes entre aquellos conocimientos privativos del orden doméstico (como la limpieza de la casa, la ventilación, el amantamiento, entre otros) junto con los conocimientos producidos por los médicos higienistas a cargo de la escuela.

El peso de la división sexual del trabajo en el ámbito sanitario influyó para que las féminas ocuparan las áreas auxiliares como la enfermería, las visitas de higiene, la obstetricia y la puericultura. Este hecho pretendió alejar a las féminas de la competencia del monopolio masculino de los saberes médicos y vincularlas con actividades ligadas al cuidado y a la relación con otras mujeres (Nari, 2004; Ramacciotti y Valobra, 2011; Testa, 2013; Martín, 2014). El carácter feminizado se tradujo en una posición subordinada dentro del ámbito sanitario, justificada en las prescripciones de los médicos, quienes predefinieron una matriz de formación para la expansión del discurso científico. Si bien se pretendía mantener a las profesionales como “auxiliares” de los médicos, se abrieron intersticios de acción a las visitadoras en su comunicación con las usuarias ylos usuarios de los servicios de asistencia social. Este lugar de mediación y traducción de la voz médica nos permite pensar a las visitadoras como intermediarias sanitarias (Gudiño Cejudo, 2016), quienes –en palabras de Gudiño Cejudo (2016)– resultan agentes de circulación que pueden ser tanto guardianas de las ideologías dominantes como voceras de revueltas populares (pp. 107- 108). Su posición ambigua es producto de la ubicación particular que tiene como parte del mundo de los dominadores, como profesional sanitario, y como partícipe del mundo de los dominados, en tanto mujer desprovista de derechos políticos.

La intervención sociosanitaria y la atención a las madres en la ciudad de La Plata

Desde el momento de su creación en el año 1882 una de las características principales de la ciudad de La Plata fue su impronta positivista materializada en las diagonales, espacios verdes, el innovador sistema de cloacas y el novedoso alumbrado eléctrico. El urbanismo moderno compartió con la ciencia médica la preocupación por conducir las formas de convivencia dentro del moderno sistema institucional. El crecimiento urbano y poblacional de la ciudad capital de la provincia –y sus alrededores dedicados a la industria frigorífica e hilandera– hicieron temer a los sectores gobernantes el despliegue de la “cuestión social” y con él la expansión de epidemias. Estos hechos permitieron a la higiene acoplarse con el proceso institucional suministrando un corpus normativo de orden prescriptivo y proscriptivo al Estado, lo que hizo de los médicos actores centrales en la proyección de las políticas sociales (Vallejos, 2007).

La creciente intervención de los médicos en la asistencia social a través del control de redes de instituciones de atención en políticas sanitarias fue apoyada por el Estado, que avanzó en las atribuciones conferidas a este sector mientras intentaba barrer los registros locales del curanderismo (González Leandri, 2005). Aunque la jerarquía de género en este ámbito profesional dejara poco espacio al desempeño de las mujeres, ellas se encontraron presentes en un rol auxiliar en la atención sociosanitaria desde la formación del Estado nacional. En la ciudad de La Plata participaron en diversos espacios de atención sanitaria y asistencial dependientes de distintas organizaciones, como la Asistencia Social, la Inspección municipal, la Sociedad de Beneficencia, también en Sociedades de Socorros Mutuos de extranjeros y grupos de vecinos y vecinas a través de la Liga Protectora de la Infancia. A pesar del carácter moderno y progresista de la ciudad, la Iglesia católica estuvo presente mediante las congregaciones religiosas dedicadas a la beneficencia y caridad de las Damas de la Providencia, Instituto Sagrada Familia, y San Vicente de Paul (Ricci, 1945). Quienes aparecen mayormente mencionadas en estas tareas son mujeres, excepto en el caso de la Asistencia Social y de la Inspección Municipal, institucionesde las que no se indican quiénes eran las personas que ejecutaban los controles. El trabajo que realizaban estos burócratas sin sexo guardaba algunos elementos en común con el de las filántropas y/o católicas: el control, la inspección y el relevamiento de las condiciones en que se encontraban las instituciones, las visitas a las niñas y a los niños al menos una vez a la semana, la provisión de necesidades específicas (como vestido, alimentos, medicamentos, entre otros), la administración del presupuesto, la vigilancia de la vestimenta, la entrega de alguna ayuda financiera, entre otras acciones. Todo ello las convertía en un engranaje fundamental para el funcionamiento de la asistencia social, y a su vez las reafirmaba en el desarrollo de las tareas feminizadas para la reproducción cotidiana de las condiciones de vida, aunque desde un espacio público y de reconocimiento político (Guy, 2011).

Si bien las políticas sanitarias y asistencialistas de las primeras décadas del siglo XX tuvieron como telón de fondo la preocupación por la cuestión social –evidente en la pobreza, la marginalidad y el desarrollo de enfermedades–, también estaba presente la cuestión de las madres y trabajadoras, en tanto que la difusión de los métodos anticonceptivos y la elevada tasa de mortalidad infantil alertaban sobre el riesgo de desmembramiento del núcleo doméstico y la necesidad por reformarlo (Suriano, 2000; Lobato, 2007; Aguilar, 2014).

La eugenesia dio sustento ideológico o pseudocientífico al interés político de disciplinamiento social. Esta ciencia surgida en Inglaterra a fines del siglo XIX y consolidada en las primeras décadas del siglo XX tuvo como principal objetivo lograr el progreso de la “raza”. Intelectuales y científicos locales seleccionaron y reformularon las teorías en boga en la Europa de la primera posguerra, lo que dio lugar a una eugenesia local de carácter transformista que pretendía la modificación de los individuos y de la “raza” a través de la corrección tanto de los hábitos como también de la ilustración de nuevas prácticas cotidianas (Nari, 2004). Médicos higienistas buscaban normalizar ciertas conductas que se consideraban inapropiadas y de esta forma crear una “raza fuerte”.

Este interés por garantizar el futuro de la “raza” y el progreso material y simbólico de la nación colaboró en la construcción del binomio madre-hijo como objeto de las políticas materno-infantiles (Biernat y Ramacciotti, 2013). Dos cuestiones resultaban centrales para el desarrollo cualitativo y cuantitativo de la población: la mortalidad infantil y el descenso del número de nacimientos, problemas que no eran sólo de origen demográfico sino social. Las inmigraciones masivas, las migraciones internas del campo a la ciudad producidas en la región por la crisis de 1930 7 , la rápida urbanización, el trabajo femenino, entre otras eran consideradas obstáculos para el desarrollo familiar y debían ser corregidas. Las mujeres madres sin compañía masculina, las mujeres que trabajaban fuera del espacio doméstico, como también los hijos e hijas ilegítimas, la infancia abandonada y el descenso de la natalidad resultaban fenómenos que impactaban en las nuevas costumbres y que desestabilizaban los patrones normativos de reproducción social (Biernat y Ramacciotti, 2013).

Mediante diversidad de discursos se pretendió que las mujeres aceptaran como único destino la maternidad y con ello la construcción de una familia y su mantenimiento afectivo. Así, durante las décadas de 1920 y 1930, la maternidad se constituyó en un asunto público, fenómeno al que Marcela Nari definió como “politización de la maternidad”, en tanto el Estado hizo de la reproducción un asunto público y político, pero no facilitó las condiciones materiales y afectivas para el desarrollo de la reproducción (Nari, 2004, p. 171). Cabe destacar que, si bien la politización de la maternidad resultó estructurante del discurso médico eugenésico, también hubo otras intervenciones que tensionaron el carácter normativo del género femenino, como las encarnadas por médicos anarquistas acerca del derecho a decidir sobre la capacidad de gestar de las mujeres (Ledesma Prietto, 2016). La condición maternal tenía un contenido político insoslayable del que muchas mujeres eran conscientes: para las trabajadoras resultó un argumento crucial en la lucha para la ciudadanía (Lobato, 2007; Queirolo, 2010), y para las feministas fue una plataforma desde la cual exigir derechos legales y civiles (Lavrin, 2005; Nari, 2004; Becerra, 2007).

La preocupación por reformar las costumbres consideradas perniciosas para el conjunto de la población, sobre todo después de la década del treinta, llevó a que el Estado nacional convocara en 1933 a la I Conferencia Nacional de Asistencia Social, la cual marcó un hito en la profesionalización de la asistencia social y en la definición de políticas sociales (Krmpotic, 2008). Médicos, juristas, políticos y mujeres de la filantropía y de distintas procedencias políticas e institucionales debatieron acerca de las estrategias para el abordaje socio sanitario de la cuestión social. En una de las secciones dedicadas a “la formación del personal para las obras de asistencia social” a cargo de Dr. Alberto Zwanck 8 y el Dr. Carlos Cometto 9 –con el Dr. PiladesDezeo como secretario– presentaron distintos modelos a seguir para la formación profesional, entre ellos nurses, enfermeras, asistentes sociales, jefes de usina y también visitadoras de higiene social. La EVHS de la UBA era considerada la referencia central en la tarea de formar visitadoras, en tanto este personal sanitario permitía un mayor rendimiento económico y social mediante la propaganda higiénica, hecho que facilitaba la modificación de las costumbres y el acercamiento de las familias a las organizaciones sanitarias, y que además favorecía el disciplinamiento y vigilancia sobre estos sectores 10 .

En el año 1935 el Dr. Dezeo fue elegido para ocupar el cargo de titular de la cátedra de Higiene Médica y Preventiva de la facultad platense. En ese lugar, junto con algunos exestudiantes reformistas, que habían luchado por el reciente pase a Facultad de la Escuela de Ciencias Médicas, presentaron un proyecto a la UNLP para formar la EVHS 11 . Uno de ellos fue el Dr. Alberto Zambosco destacado por su compromiso con la Comisión de propaganda Higiénica y Educación Sanitaria Popular de la Liga Popular contra la Tuberculosis de la Provincia de Buenos Aires, al igual que por su desempeño en el Preventorio de niños tuberculosos. Desde la Facultad de Ciencias Médicas se intentó reparar en el déficit profesional de agentes auxiliares de la medicina preventiva requeridos por el Estado y, de alguna manera, mediante esta propuesta dar cauce a una disciplina específica que cumpliera el proyecto reformista de extender los conocimientos científicos a los sectores populares ( Gavrila, 201 7).

La Escuela dependía de la cátedra de Higiene y Medicina Preventiva de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de UNLP, que fue la institución a cargo de nuclear, ordenar y difundir los saberes y las prácticas de orden médica y social que se encontraban dispersas entre distintas instituciones–mencionadas con antelación– dedicadas a la atención de parte de las necesidades básicas para la reproducción social. La pretensión de los galenos del área de la higiene médica y preventiva era formar una intervención capaz de combinar los factores sociales y médicos con el objetivo de obtener un mayor rendimiento económico y social 12 .

Feminizar la intervención y abaratar la reproducción social

Como dijimos anteriormente, la asociación de la feminidad con el mundo de la domesticidad, y de la masculinidad con los roles directivos fueron establecidos en función de la diferencia sexual sobre la que se organiza la división patriarcal del trabajo. Este andamiaje social y cultural de infravaloración de las tareas femeninas facilitó que el Estado tome prenda de los saberes y experiencias de las mujeres, que para ser útiles en el nuevo ordenamiento institucional tendrían “un título que acredite su competencia” (Carbonell, 1924; p. 34) y las enalteciera como un agente específico y legitimado en el orden de género. Así lo justificaba también Dezeo en el discurso inaugural de la EVHS de la UNLP pronunciado el 7 de abril de 1938:

Nadie más indicada que la mujer para esta función; pues en ella son innatos los sentimientos altruistas y el amor en sus diversas manifestaciones; ella es bálsamo y consuelo para todo dolor y es fuente inagotable de perseverancia, resignación y paciencia. (…) es condición imprescindible para ser agente de bienestar social —sea asistente o visitador—, una delicada sensibilidad frente al dolor ajeno, un gran deseo de armonía humana y una inconmovible fe en el bien, por el bien mismo, es menester también poseer el conocimiento de una técnica adecuada para el estudio y solución de cada problema que la realidad social ofrece a fin de acrecentar la eficacia del esfuerzo, no malgastando energías en soluciones intuitivas, incompletas, a veces hasta contraproducentes, por falta de la guía que da la experiencia y la ciencia del servicio social (Dezeo, 1938, p. 3).

Las alusiones sobre el carácter altruista y afectuoso de las mujeres, como su predisposición a “hacer el bien” (Dezeo, 1938, p. 7) su capacidad inagotable de perseverancia, resignación y paciencia –tal como describe el Dr. Dezeo en el discurso inaugural– produjeron un efecto de interpelación, en principio, y luego de identificación con los roles atribuidos a las mujeres, que se materializaron tanto en los discursos del director de la EVHS como así también en los requisitos para el ingreso a la Escuela. Allí se esbozaron los modelos de mujer que preferían las instituciones sanitarias y educativas: joven, de buena conducta, saludable y formada. En función de dichas condiciones las mujeres validaron la posición de sujeto otorgada en el sistema género. Entre las condiciones se encontraban: tener entre 20 y 35 años de edad, poseer certificados de buena conducta,buena salud y otro que diera cuenta de sus estudios, o bien una certificación de finalización del sexto grado de las escuelas primarias o de una instrucción general satisfactoria 13 .

A través de la formación universitaria las mujeres de clase media o sectores bajos en ascenso, con disponibilidad horaria para el cursado de esta carrera y un pequeño respaldo financiero, podrían incidir profesionalmente sobre el espacio público desde su intervención en instituciones sanitarias, educativas, y, sobre todo, a través del acceso al hogar de los sectores más humildes, hecho que les permitía además obtener reconocimiento social. La malla curricular proponía dos años de formación, el primero preparatorio y el segundo de especialización en alguna de las cuatro ramas sugeridas: Profilaxis de Tuberculosis, Visitadora Escolar, Obstetricia y, por último, Obstetricia y Puericultura. Para cada una de las especialidades formativas se exigían distintos antecedentes educativos, por ejemplo, las estudiantes que se especializaran en Profilaxis de Tuberculosis o Puericultura debían comprobar el cursado de estudios secundarios normales o especiales, incluso parciales, y en caso de no ser así deberían rendir un examen de ingreso. A las interesadas en el tratamiento de la Higiene Escolar se les pedía la presentación del título de maestra, mientras que a las dedicadas a la especialización en Obstetricia y Puericultura se les solicitaba ser parteras diplomadas de la UNLP o alumnas de tercer año de dicha escuela, a condición de seguir el segundo año de la EVHS luego de finalizado el tercero como obstetras 14 . Es importante destacar que las féminas pudieron participar de la EVHS por la temprana expansión de la educación primaria en el país en el marco del proyecto modernizante, que posibilitó la participación de mujeres de los sectores medios para una capacitación técnica, científica y administrativa (Lorenzo, 2016) por la cual obtuvieron un reconocimiento social que las distinguió de los sectores populares (Di Liscia, 2014).

En comparación con la EVHS de laUBA, la escuela platense tuvo como especialidades una visita en Obstetricia y otra en Puericultura, seguramente como respuesta a los objetivos plasmados en la ley 12.341, mediante la cual el Estado nacional creó la Dirección de Maternidad e Infancia. Esta dirección se propuso como objetivos la asistencia preconceptiva del embarazo y del parto, la vigilancia del niño desde su nacimiento a través de fichas individuales, la lactancia materna, la alimentación racional y la protección de los niños necesitados. Para ello, también ejercería una constante vigilancia sobre todas las instituciones públicas y privadas que se ocuparan de la asistencia a la maternidad con excepción de las que estuvieran bajo dominio de la Sociedad de Beneficencia (Biernat y Ramacciotti, 2013). Si bien no se encuentra explicitado de manera estricta en la normativa de creación de la EVHS –con la Ley 12.341– la insistencia y la premura por formar personal idóneo para las tareas de asistencia, vigilancia y cuidado en maternidades y otras instituciones de atención materno-infantil, lo manifestado a la largo del currículo indicaría la pretensión por su enseñanza y puesta en práctica 15 .

En la Conferencia Nacional de Asistencia Social de 1933 se detallaban algunas de las labores correspondientes a las visitadoras como: realizar propaganda sanitaria y educación popular en materia de higiene y medicina preventiva con el objetivo de crear hábitos higiénicos en el pueblo y atraer al individuo y sus familias a las instituciones sanitarias –estatales o privadas– con el objetivo de reestablecer y conservar la salud; presentar ante los médicos los antecedentes mórbido o económicos sociales de la situación que debían remediar; educar a las familias para que den cumplimiento a las indicaciones terapéuticas recomendadas por los médicos, y contribuir al mejoramiento de las instituciones de medicina preventiva mediante el accionar tratando de remover las causas económicas y sociales que se oponen a la conservación o restablecimiento de la salud. Bayle Bustamante (1935), médico higienista perteneciente al Instituto de Higiene de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA, agregó algunas otras actividades que realizaban estas profesionales, por ejemplo, el levantamiento de interrogatorios con una ficha clínico-social, estudio de casos puntuales, derivación a instituciones capacitadas para la resolución de las problemáticas, documentación de las problemáticas y soluciones aplicadas, colaboración con la acción del médico a través del asesoramiento “sobre las causas sociales que obstaculizan la salud o bienestar del niño”, dar educación sanitaria a las madres, auspiciar obras de ayuda, inspeccionar la limpieza de los hogares, fiscalizar los alimentos entregados para la ayuda, examinar diariamente a los niños, su vestimenta y alimentación (pp. 4-5 )

Los médicos a cargo de la EVHS consideraban que sus estudiantes y futuras graduadas debían ser mujeres dedicadas a hacer el bien por el bien mismo y sin importar las horas que ello implicara, es decir, una suerte de evangelizadoras civiles que dedicarían su tiempo sin ningún límite en pos de mejorar la vida ajena (Dezeo, 1938, p. 7). A pesar de no estar explícito en la ordenanza de creación de la EVHS se les solicitaba a las estudiantes poseer una ejecutoria moral intachable que no desafiara las relaciones de poder existentes en la escuela, en sus espacios laborales y en la calle 16 . A través de la justificación sobre el carácter innato de amor y sensibilidad se pretendió que estas mujeres realizaran multiplicidad de actividades –y con ello posibilitaran la no contratación de otros agentes–, mientras se reforzaba la división sexual del trabajo y una explotación específica basada en discursos biologicistas. Así, la feminización de la profesión permitía y facilitaba a los sectores gobernantes el ingreso en la vida privada de las personas para educar a las féminas en tareas domésticas y de cuidados que garantizaran la reproducción social. El hecho de que fueran mujeres quienes ingresaban en la casa de las familias también operó favorablemente a la legitimación de la disciplina, haciendo que estos “ángeles de piedad” pudieran intervenir en la vida privada y cotidiana de las personas.

La preocupación por la “ignorancia” de los sectores populares hizo imprescindible la difusión educativa a través de conferencias en clubes, en sociedades de socorros mutuos e incluso en escuelas. Entre las estrategias no solo estuvieron las visitas diarias a las casas de los sectores populares y en las instituciones sanitarias, también se pretendía instruir a la población mediante la confección de afiches, el dictado de conferencias e incluso a través de radioconferencias. Si bien el interés de los médicos higienistas era que las visitadoras descargaran todos sus esfuerzos en modificar los hábitos de los sectores populares –sobre todo mediante la educación de las madres–, resultó que, desde esa atribución laboral, las visitadoras pudieron configurar un lenguaje particular a partir del cual mediar las representaciones e intenciones del mundo profesional médico con la situación particular de las mujeres que las oían. Es decir, que estas mujeres pudieron valerse de su lugar como intermediarias sanitarias para negociar los postulados coercitivos de la ciencia médica con un lenguaje ameno y estimulante que invitaba a las oyentes a acercarse a una comunidad ampliada de beneficios sociales y políticos, como veremos a continuación.

Intervención profesional en el espacio sonoro

Entre las múltiples tareas que cumplían las visitadoras estaba el dictado de conferencias. Con antelación a la existencia de la EVHS solo los estudiantes de medicina eran quienes realizaban estas tareas, pero al crearse la escuela, muchas estudiantes y graduadas se sumaron al desafío de exclaustrar el conocimiento científico con el objetivo de alcanzar a los más vastos y distantes auditorios. Y claro, estaban en lo cierto quienes realizaban esta tarea puesto que la radio facilitó el proceso de integración cultural con el ingreso incuestionable en los hogares. Sin necesidad de solicitar una visita o ingresar por algún control sanitario, las voces se mezclaron en el paisaje sonoro doméstico (Torre y Pastoriza, 2002)

La ciudad de La Plata se destacó por construir dos radios de amplio alcance nacional con fines políticos y científicos. En el año 1924 se creó la Radio Universidad LR11, reconocida por ser la primera radio universitaria del mundo y la segunda radio del país. Su tarea era convertirse en un elemento de extensión para la enseñanza, la investigación y la divulgación científica y cultural (Antonucci, Beneitez, Gabay y Turconi, 2009). Estos objetivos la diferenciaron de otras radios surgidas en esos años cuyo interés era pertenecer al mundo comercial y del espectáculo. Esta no fue la única de la región, en el año 1937 el gobernador conservador Manuel Fresco fundó Radio Provincia LS11 con el objetivo de establecer una herramienta de gestión. Hasta el momento no existía una radio oficial a nivel nacional. Con la intervención del ministro de Gobierno Roberto Noble (quien luego fundó el diario Clarín) se organizó en forma definitiva el servicio oficial de radiodifusión por el decreto provincial Nº 51, en marzo de 1937, que constituyó a la Radio Provincia como el primer broadcasting oficial dependiente de la Dirección de Correos y Telégrafos de la Nación (Jara y Bosaro, 1997).

Estas dos radios de amplio alcance en la región tenían propuestas claramente diferenciadas. La Radio Universidad apuntó a la difusión de la cultura y el conocimiento universitario, y la otra funcionó como herramienta de gestión de gobierno. Aún resta indagar sobre la relación entre la creación de Radio Provincia como parte de la oposición que existía entre Fresco y la Universidad a la que consideraba un foco de subversión comunista plagado de indiferencia patriótica. Aun así –dejando esta inquietud para otro análisis–, cabe destacar que ambas emisoras se ocuparon de difundir conferencias realizadas por agentes del ámbito sanitario con el fin de difundir algunos preceptos de higiene.

Durante los primeros años de radiodifusión en Argentina las mujeres tuvieron una participación que podríamos considerar desafiante. Christine Ehrick considera que las féminas que participaban en radio pudieron trastocar los espacios tradicionales de género y las demarcaciones entre espacios público y privado, puesto que la radiofonía les permitía hacerse oír masivamente –fenómeno raro por aquellos días–, por lo que la radio ayudó a la reformulación y renegociación de las relaciones entre los géneros, y además otorgó un lugar de encuentro entre las que hablaban y eran oídas. De esta manera, la autora indica que las mujeres podían combinar sus quehaceres domésticos y combatir el aislamiento característico de la época invitando a sus congéneres a una comunidad más amplia de vida moderna y esfera pública (Ehrick, 2015).

El hecho de intervenir el éter radial desde su voz como mujeres implicó la emergencia en el ámbito público de un sonido disonante que con antelación no cobraba semejante audibilidad. Esto, además, invitó a reconfigurar la relación entre lo público y lo privado, especialmente en un momento de expansión del Estado y de crecimiento del movimiento feminista en Argentina, mediante el que las mujeres interrumpieron la univocidad del paisaje sonoro masculino (Ehrick, 2015). Algunas visitadoras se valieron de su lugar de difusoras de la educación sanitaria y trabajadoras de la prevención para irrumpir en el silencio de las mujeres a través de la enseñanza tanto de conceptos de higiene como de los conocimientos producidos por sus experiencias profesionales. Todo ello tenía el objetivo de acercar a las mujeres a una comunidad científica favorable a su vida cotidiana, e incluso alertarlas acerca de las mejores condiciones de vida que podían exigir. Este hecho resulta aún más destacado puesto que a medida que avanzaba la década de 1930, y las actividades de la radio se profesionalizaban, la participación de las mujeres en clave política o intelectual resultaba fuertemente cuestionada por los varones, quienes se presentaban como los difusores de dicha información (Ehrick, 2010).

“Quienes necesiten un consejo… siempre tendrán a su lado a las visitadoras”

La Señorita Elba Dolly Villanueva, estudiante de la EVHS de la UNLP, cerraba su radioconferencia“ La protección de la infancia contra la tuberculosis” del día 29 de julio de 1940 presentándose como una agente confiable del servicio sanitario con quien podían contar las familias para explicitar los problemas de salud de la unidad doméstica. Específicamente, Villanueva se refería a la problemática de la tuberculosis puesto que disertaba en el ciclo de conferencias organizado por la Comisión de Propaganda Higiénica y Educación Sanitaria Popular de la Liga Popular contra la Tuberculosis de la Provincia de Buenos Aires (LPTPBA), a cargo del exreferente reformista, el Dr. Alberto Zambosco. Este ciclo radial, surgido en 1939, pretendía difundir las estrategias de lucha contra la tuberculosis por medio dedisertaciones sobre la prevención y tratamiento de esta enfermedad.

La tuberculosis estaba cargada de significados que excedían lo patológico y la acercaban a la idea de una “plaga social”, en la que los sectores gobernantes encontraban la supuesta decadencia material y espiritual de la sociedad (Armus, 2007). Esta enfermedad pulmonar propagada por el bacilo de Koch circula en todos los ambientes, especialmente en aquellos poco ventilados, con insuficiente iluminación y húmedos que permiten al bacilo reproducirse con mayor facilidad. Los espacios más frecuentes eran instituciones de encierro, cárceles, fábricas e incluso las viviendas familiares, por lo que principalmente se veían afectadas las casas de los individuos provenientes de los sectores populares y trabajadores, los cuales vivían en condiciones de hacinamiento causadas por sus precarios medios de subsistencia. Desde fines del siglo XIX se sabía que esta enfermedad era transmisible y no hereditaria, por lo tanto el Estado y otras organizaciones sociales no gubernamentales como la LPTPBA buscaron difundir información acerca de cómo evitar su transmisión y lograr espacios más higiénicos. Por ello, no es casual que este ciclo de conferencias se trasmitiera en la Radio Provincia LS11 que, como anteriormente presentamos, tenía por objetivo tanto difundir las acciones del gobierno, como así también desterrar las supuestas costumbres perniciosas y sobre todo, disciplinar a los sectores más renuentes a aceptar la consigna de “orden, disciplina, jerarquía” del gobernador Manuel Fresco (Reitano, 2005).

En las radioconferencias de este ciclo participaban médicos, personajes de la política local, referentes del periodismo de la ciudad de La Plata, estudiantes y graduadas de la EVHS que trabajaban sobre la problemática de la tuberculosis en preventorios y en escuelas. En ellas las visitadoras llevaban adelante su principal función, a saber, realizar propaganda sanitaria y educación popular en materia de higiene y medicina preventiva con el objetivo de difundir hábitos higiénicos y atraer al individuo y a su familia a los preventorios de lucha contra la tuberculosis. Para obtener éxito en su desempeño se valían de un lenguaje lo más ameno posible, que vulgarizara el conocimiento científico y a su vez persuadiera al público de acercarse al dispensario sanitario.

Las palabras de las visitadoras en este ciclo radial parecen entrar en contacto directo con las madres puesto que, como ya hemos dicho, aparecían como responsables del mantenimiento del núcleo doméstico y, por ello, eran las primeras a convocar. En la Radioconferencia anteriormente citada, Villanueva expuso una serie de razones respecto de cómo se debía cuidar a los niños dentro del ámbito doméstico, a fin de evitar el contagio de la tuberculosis a partir de una buena alimentación y de garantizar un espacio higiénico.

Si bien las principales interlocutoras de las visitadoras fueron las madres, en ocasiones han sabido hacer algunos llamamientos que iban dirigidos a los varones. Ese es el caso de Hortensia Moretti, alumna de la EVHS de la UNLP, quien realizó una disertación acerca del malestar sanitario que se producía en las familias de bajos recursos que no sabían utilizar “racionalmente” sus ingresos económicos. Moretti inició su disertación cuestionando aquellas teorías antiguas o tradicionalesque perjudicaban la salud y la moral familiar. En su disertación “Ahorrar a costa de la salud es comprometer el porvenir biológico” del día primero de julio de 1940 dijo lo siguiente:

Más de una vez habrán oído comentar al jefe de una familia numerosa de qué manera ahorra para realizar lo que él llama su gran idea de “la casita propia”. Si bien es cierto que esto es necesario para poder defenderse de un salario que; para ganarlo, pide todas sus fuerzas y le da como recompensa lo escaso para poder vivir modestamente, más necesario aún es la conservación de la vida en perfectas condiciones de salud, ya que sin ella todo esfuerzo es vano (Moretti, 1940, p. 501)

Moretti cuestionó la toma de decisiones de los jefes de las familias y con ello expuso cuáles eran las relaciones de poder dentro de la economía familiar patriarcal en la que los varones podrían detentar una mayor autoridad para decidir qué hacer con los recursos financieros, ya que eran quienes podían acceder a salarios más abultados por su condición de género, mientras que las mujeres trabajadoras llevaban a su casa un salario complementario. Sin embargo, aun con menores ingresos o incluso sin realizar aportes monetarios a la economía doméstica, las mujeres eran quienes se ocupaban habitualmente de la organización de los recursos cotidianos, e incluso hubieron programas radiales emitidos desde la ciudad de Buenos Aires que promovían el ahorro doméstico y fomentaban el desarrollo de nuevas habilidades, tal como el de la ecónoma doméstica y cocinera doña Petrona de Gandulfo que se emitía por Radio Prieto durante la década de 1930 y principios del 40 (Pite, 2016). En esta radioconferencia la visitadora no se opone a que las unidades domésticas realicen el ahorro, sino que alienta a las mujeres a que decidan sobre las utilidades del mismo. Si bien con la reforma del Código Civil de 1926 las mujeres casadas conseguían el derecho a administrar sus bienes, profesionalizarse y comerciar, por los dichos de las visitadoras parecería que el espacio de la intimidad requería una negociación constante. Es sumamente interesante ver esta estrategia discursiva de Hortensia Moretti en la que, a pesar de no mencionar a lasmadres, se trasluce cierto llamado de atención y alerta para incitarlas a que tomaran decisiones sobre el dinero familiar.

La estudiante de la EVHS no dudó en deslizar un lábil cuestionamiento a la autoridad patriarcal en la que seguramente muchas otras oyentes, inhabilitadas para decidir los cauces de su salario, se habrían identificado. A lo largo de su alocución parece haber mayores cuestionamientos al orden económico en que vivían las mujeres y los trabajadores, sin embargo, no se atrevió a poner en palabras propias dicha cuestión, tanto es así que Moretti cerró su disertación sobre “Ahorrar a costa de la salud …” mediante la relectura de una cita del Dr. Alfredo Palacios 17 :

Hay que llevar a los hogares de todos los argentinos el pan nuestro de cada día que no ha podido ser garantizado por el libre juego de las fuerzas económicas. De otra manera estaremos, del punto de vista de la salud del pueblo y del porvenir del país, en la misma situación del campesino que sabe lo que vale la vaca pero ignora lo que valen su mujer y sus hijos (Moretti 1940, p. 506)

Moretti decidió dar un final a su disertación ubicando en el paisaje sonoro local la figura de Alfredo Palacios, destacado abogado, profesor y referente del movimiento estudiantil reformista, más conocido por su labor como diputado socialista y promotor de leyes en favor de la protección a las mujeres obreras. Su mención en el escenario radial del broadcasting provincial podía resultar disonante, a sabiendas de que allí solo se difundían las palabras del gobierno conservador, y que, además, todas las conferencias debían someterse previamente a su emisión a un proceso de lectura y censura (Jara y Bosaro, 1997). Desconocemos las estrategias llevadas adelante por esta joven para que este discurso pudiera ser emitido, pero sí tenemos registro de que, escudada en su condición “amigable” de visitadora, presentó esta pequeña reflexión del referente socialista y con ello facilitó el ingreso de una crítica estructural sobre las condiciones del mercado de trabajo en que se insertaban los sectores populares. Es interesante que hubiera una suerte de invitación a la reflexión respecto de cómo suplir aquellas necesidades disociadas del salario, es decir, cómo compensar aquellas carestías que no podrían saldarse mediante la remuneración salarial de las patronales.

Si las visitadoras debían educar en prevención sanitaria para abaratar los costos de reproducción social mediante la instrucción de las mujeres madres, que en su condición de “amas del hogar” disciplinarían al grupo doméstico, entonces, ¿qué sentido tenía alertar acerca de los actos descuidados e ignorancia de los hombres que ponían en peligro el bienestar de la familia, y sumar a ello las palabras del referente latinoamericano del socialismo? Considero que de algún modo Moretti–al igual que otras estudiantes y graduadas de la EVHS– invita a las mujeres a pensarse como partícipes de una comunidad más ampliada que la circunscripta a los límites de sus casas. Estas mujeres incitaban así a la identificación con la crítica al orden económico familiar, pero también a acordar con referentes del Partido Socialista (PS) acerca de la importancia de priorizar el bienestar familiar sobre el lucro (más adelante veremos otros acercamientos de las visitadoras de higiene social con grupos cercanos a los socialistas y reformistas de la ciudad de La Plata).

Otras visitadoras habían enunciado en el mismo ciclo de Radio Provincia algunas reflexiones y críticas respecto de las condiciones materiales en que se encontraban las personas susceptibles de contraer tuberculosis. ZélikaDaneri y Hornos, graduada de la EVHS UNLP, sostenía en su radioconferencia “Más vale prevenir que curar” lo siguiente:

El reajuste que necesariamente debe introducirse en la estructura jurídica, económica y política del país, a fin de obtener una mayor justicia social, encuentra en la sordidez y el egoísmo el obstáculo más serio que se opone a su realización. Hay que detener este muro de incomprensión que detiene las conquistas de la solidaridad humana. Los que ocupan un lugar de privilegio o en el banquete de la vida no deben olvidar que la tuberculosis no es sólo patrimonio del tugurio; también entra en el palacio (Daneri y Hornos, 1940, p. 611)

Si los “ángeles de piedad” debían educar a las mujeres para que asumieran su rol maternal y modificaran hábitos cotidianos dentro de la esfera doméstica a fin de evitar mayores conflictos sociales, en el caso de la visitadora de higiene social Daneri y Hornos parece haber una actitud que trasciende el espacio privado y las soluciones que allí podían esgrimir de manera solitaria las mujeres. En cambio, la visitadora ubicó en el espacio público y político las falencias estructurales que impedían avanzar en la readaptación de los infectados y las infectadas por el flagelo social de la tuberculosis y cuestionó el orden jurídico, económico y político dominante, que impedía avanzar en vínculos solidarios entre los más y los menos privilegiados.

Aun privadas de participar en esferas políticas para la definición de políticas sociales, las mujeres se ocupaban de trabajar y gestionar el desenvolvimiento cotidiano de los espacios dedicados a la asistencia social; tales saberes y experiencias las respaldaban en sus críticas. Así lo demostraba Sofía Ricci en su radioconferencia¨La tuberculosis, cómo se adquiere y cómo se evita¨

Cada media hora muere un tuberculoso. Esta verdad debe preocuparnos a todos, al pueblo y a sus dirigentes que la lucha contra la tuberculosis no se puede reducir a la lucha contra un factor microbiano, que el problema no puede ser exclusivamente médico, que es en gran parte una cuestión social. Es por ello que el día que se procure a las masas humanas una buena alimentación, una mejor vivienda y el conocimiento de una serie de medidas higiénicas se habrá dado un gran paso hacia el exterminio de este terrible mal (Ricci, 1940, p. 639)

Sofía Ricci, quien esgrimió estos argumentos, es una de las pocas visitadoras de higiene social de la cual tenemos mayores referencias respecto de su destacado desempeño laboral, en tanto fue una de las principales colaboradoras del Dr. Noel Sbarra 18 , tuvo a su cargo la subcomisión técnica del Club de Madres –hablaremos más adelante de esta experiencia– . Además, fue una de las pocas que en su época publicó artículos sobre su experiencia profesional en las maternidades de la ciudad de La Plata e incluso fue docente de la materia Servicio Social en la EVHS de laUNLP durante la década de 1940 (Mateos, 2008). Más allá de estos datos biográficos, esta visitadora provocó una disonancia en el espacio sonoro al ubicar como problema político y económico a la tuberculosis, que no podía reducirse solo a un asunto microbiano cuya solución estaba únicamente vinculada al ámbito médico, sino que exigía mayores implicaciones como las de la alimentación y la vivienda digna. Ricci, de algún modo, con su discurso acercó dos instancias: por una parte, el espacio privado, individual y de cuidados de las féminas para combatir y prevenir la enfermedad, hecho que le era exigido por su formación para el desempeño profesional; y por el otro, un espacio masculino de decisión política, que aún estaba vedado para las mujeres en Argentina, pero al que ella no temía exigirle modificaciones.

Con la presentación de estas acciones de cuestionamiento al orden económico de la esfera familiar planteadas por Moretti, y mediante en el llamado de atención sobre las condiciones estructurales existentes en el país a principios de la década de 1940 –como muestran las radioconferencias de Daneri y Ricci–, las visitadoras mostraron a la audiencia otra faceta de su potencial profesional que no se condecía exclusivamente con la pretensión médica de ejercer una intervención altruista y amorosa, sino que intentaba acercarse a posiciones críticas del estado en que se encontraba el sistema sanitario, político y económico del país. Con sus traducciones de las palabras científicas y universitarias pusieron en evidencia un entramado de negociaciones y resistencias al discurso médico higienista.

La exclaustración del conocimiento científico

En el año 1942 el Dr. Alberto Zambosco quedó a cargo de la cátedra de Higiene Médica y Preventiva de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, luego del deceso del Dr. PiladesDezeo. A pesar del cambio en la dirección de la escuela, este médico siguió alentando a las visitadoras –graduadas y en formación– a la participación en ciclos radiales, especialmente en el de Educación Sanitaria Popular y Propaganda Higiénica de la Radio Universidad LR11, en el que participaban médicos de la cátedra a cargo de Zambosco, otros colegas médicos vinculados con los aspectos legales del área que formaban parte de otras cátedras de la Facultad de Ciencias Médicas y las visitadoras de higiene social. El objetivo de este espacio radial, que funcionaba desde el año 1939, era aproximar la cultura universitaria a los sectores populares, considerados por el ámbito científico como “ignorantes” y, por ello mismo, peligrosos, sobre todo para abocarse a los problemas de “madres e hijos, débiles y desvalidos.” (Zambosco, 1942). A diferencia del espacio radial de la Radio Provincia LS11 dedicado a la educación sanitaria, cuya única preocupación versaba sobre la prevención y lucha contra la tuberculosis, éste estaba dedicado a una serie de problemáticas, a saber: I. Problemas de maternidad e infancia, II. Asistencia social, III. Medicina preventiva, IV. Higiene y medicina social, V. Enfermedades trasmisibles, VI. Industrialismo y VII. Aspectos médico-legales. Hubo tres áreas de conferencias donde solo disertaron hombres: industrialismo, aspectos médicos legales y medicina preventiva. No es casual tal exclusión, como dijimos anteriormente, esto es parte de cómo se tradujo la división sexual del trabajo en las áreas auxiliares de la medicina, en las que las mujeres debían abocarse a tareas que las contactaran entre ellas.

El objetivo de estas radioconferencias no solo era difundir y traducir la palabra médica a fin de desarraigar conocimientos no científicos y sumarse a la cruzada por centralizar el poder legítimo en el discurso médico. Otra de sus pretensiones era clasificar aquellos saberes y prácticas que resultaban científicos y los que no. Por ello, mediante la cruzada por la prevención de enfermedades sociales se daban a conocer las instituciones sanitarias disponibles para cada problemática específica, para de algún modo restarle fuerza a otros cuidados vinculados al curanderismo. Esta frondosa actividad que desplegaba la cátedra de Higiene Médica y Preventiva de la UNLP se enmarcaba en el legado de la Reforma Universitaria por la exclaustración del conocimiento científico, aunque no fueron los únicos ocupados de difundir los saberes higienistas.

La necesidad de difundir los preceptos de higiene –para economizar la intervención sanitaria sobre las consecuencias de enfermedades y embarazos que no se desarrollaran saludablemente– permitió a las visitadoras irrumpir en el espacio radial científico académico con una serie de conocimientos específicos que se desprendieron tanto de su práctica profesional como también del avance en sus estudios. Tal es el caso de la estudiante de la EVHS Orfilia Aprá, quien narró algunas reflexiones respecto a la importancia de los factores ambientales para el desarrollo de los niños. En su exposición la madre no aparece como único sujeto responsable de la crianza, por el contrario, el padre es mencionado como parte integral del proceso. En la radioconferencia titulada “Importancia de los factores hereditarios y ambientales” Orfilia Aprá sostuvo lo siguiente:

Si queremos lograr un nivel más alto de mentalidad en nuestros ciudadanos de hoy y de mañana, debemos crear padres con una buena visión del problema, padres y madres que se hayan unido no solamente para cambiarse mutuas satisfacciones o para criar uno o dos hijos, sino padres y madres que comprendan que el oficio que les toca puede volverse más exigente (Aprá, 1942, p. 55).

El binomio madre-hijo, consagrado a partir de la década de 1920 como destinatario de múltiples políticas sanitarias para garantizar el crecimiento de la población (Biernat y Ramacciotti, 2013; p. 25), como ya hemos mencionado, hizo que las principales responsables por el cumplimiento de dichas políticas fueran las mujeres, y serían las visitadoras quienes las educarían en esas tareas. Sin embargo, en esta radioconferencia la futura visitadora de higiene social ubica a los padres como partícipes del proceso educativo y garantes del bienestar del niño, a quien también le cabían responsabilidades y, por lo tanto, debía se educado en pos del mejoramiento colectivo. Si bien parte del trabajo de las visitadoras era promover la consumación de matrimonios eugenésicos que garantizaran una reproducción sana, también pretendían evitar la propagación de los hijos ilegítimos y de la infancia abandonada. En la operación discursiva realizada por Aprá hay una intención de colocar en el espacio público y audible una problemática que seguramente vivían muchas mujeres. Algunas con mayor suerte sufrirían el reparto desigual de tareas domésticas, pero otras quizás debieran enfrentar la crianza de sus hijos material y afectivamente de manera individual. Decirlo, mencionarlo, insistir con las tareas correspondientes a la actividad paterna permitía darle existencia y carnadura a una problemática que no se abordaba en los medios de comunicación desde el cuestionamiento al poder patriarcal.

La joven estudiante no fue la única encargada de ampliar el marco de complicidades con las mujeres madres, Nélida López, estudiante de la EVHS y presidenta del centro de estudiantes de la misma institución 19 , brindó una detallada radioconferencia en la que hizo mención al proceso evolutivo del niño y los compromisos de la madre para brindarle un ambiente saludable. El proceso presentado de acuerdo a la mirada eugenésica –que aparecía como individual y solitario y en el que solo la fémina sería la garante de ese bienestar– parece abrirse a una comunidad de mayor alcance. Así lo planteó López en su radioconferencia “El amparo de la mujer en su condición de madre o de futura madre”:

Junto con el conocimiento del niño, se ha desarrollado un intenso movimiento mundial a favor de la protección de la infancia. Se han creado instituciones, se han reunido congresos nacionales e internacionales, se han fundado revistas, publicado libros, dictado leyes y se han formulado declaraciones de derecho (Lopez, 1942, p. 65).

Luego de esta presentación, la futura visitadora detalló el decálogo de derechos acordado por el Instituto Internacional Americano de Protección a la Infancia de la ciudad de Montevideo en Uruguay 20 , que resultaba sumamente alentador en términos de alivianar la reproducción cotidiana de los niños a través de la creación de espacios recreativos, kindergártenes y del otorgamiento de garantías económicas desde el Estado, entre otros. Con ello la futura visitadora abrió el juego a más de un actor involucrado en el desarrollo de los niños, es decir, la madre –con un partenaire o no– ya no estaría sola en su preocupación respecto de la crianza del niño sino que distintas leyes y declaraciones de derechos alivianarían la responsabilidad individual, junto con un colectivo científico académico que se estaba ocupando del tema. Es decir, habría garantías para que sus hijos pudieran acceder a distintos beneficios que debería otorgar el Estado mediante la ley 12.341 –que ya hemos presentado– y que no serían preocupación exclusiva de ella.

En este sentido, es importante recordar que si bien la radio facilitó la representación y la reproducción de normativas de género, por ejemplo mediante los famosos radioteatros, al mismo tiempo posibilitó reformularlos mediante la presentación de nuevos imaginarios, tal como sostiene Christine Ehrick (2015). Incluso, mediante la radiofonía las visitadoras podían difundir avances legales, científicos y políticos a los que quizás las mujeres no tenían acceso por falta de contacto con los espacios en los que circulaban esas novedades. Por eso a través de un medio de comunicación masivo, como lo era la radio en las décadas de 1920 y 1940, las mujeres podían acceder a esta comunidad de información ampliada que resquebrajaba la individualidad de su hogar (Gavrila, 2016). Pero además, a través de la radio las visitadoras podían generar lazos de complicidad, una suerte de pacto de escucha 21 por el cual el contenido a transmitir por las profesionales apelara a lugares comunes de las mujeres, a sus necesidades, debilidades y fortalezas. En los casos expuestos de visitadoras conferencistas podemos encontrar una interpelación a las madres como actoras con poder de decisión sobre la crianza de sus hijos en un contexto en que no eran poseedoras de la patria potestad de los mismos. Podemos entender esta complicidad como una práctica específica de agenciamiento en la que las visitadoras flanqueaban los límites impuestos a su desempeño profesional.

Otra de las visitadoras que buscó alentar a las complicidades entre mujeres fue Alfina Copani, visitadora de higiene social y estudiante de medicina. Realizó una conferencia titulada “La mortalidad materna y su profilaxis”; en ella presentó un pormenorizado desarrollo de las razones biológicas que entorpecían el desarrollo saludable del niño y también, con el mismo carácter propedéutico, citó cada una de las condiciones sociales que ponían en riesgo la vida de las mujeres gestantes. En esta descripción sobre las condiciones económicas, sociales y familiares en que la mujer podía desarrollar una maternidad armoniosa, Copani ponía en escena toda una serie de elementos provenientes del discurso eugenésico, que resultaban necesarios para el buen desarrollo de la mujer gestante, y destacaba un conjunto de indicadores como la cercanía a la atención sanitaria, el estado económico del hogar, la cantidad de hijos, la edad de la madre gestante, las horas de trabajo y la conformación de la estructura familiar –variables en función de las cuales se establecían las principales diferencias materiales que ponían en riesgo el desarrollo del binomio madre-hijo (Copani, 1942, pp. 41-43)–. Luego de la presentación de estos elementos con los que probablemente muchas de las radioescuchas podían identificarse, Copani ubicó la mayor atención en destacar la importancia de que fuera el Estado quien impulsara las principales campañas de educación sanitaria y se ocupara efectivamente de cuidar a las mujeres madres.

Como parte de sus acciones persuasivas, la visitadora Copani presentó los porcentajes de niños ilegítimos nacidos durante el año 1935, que alcanzaban casi un veinticinco por ciento del total de los nacidos durante 1942, año de la emisión de la radioconferencia a su cargo. Los nacimientos ilegítimos formaban parte de una seria problemática para el desarrollo de la nación, en tanto se veía en ellos el temor por la corrupción de la familia y del tejido primario que constituía las bases de la sociedad. Sumado a ello, el peso moral de no ser reconocido por el progenitor no sólo era vergonzante para los niños y las madres, sino que además dificultaba el sostenimiento económico, que recaía exclusivamente en la progenitora. La visitadora, a sabiendas de cuán difícil era la vida cotidiana de estas mujeres y niños, se oponía al aislamiento y castigo que debían soportar. Por ello, Copani hizo audible un reclamo en su radioconferencia “La mortalidad materna y su profilaxis”:

La sociedad debe ofrecer amparo a toda mujer y colocarla en las condiciones materiales y morales que necesita para dar a luz y atender la lactancia de su hijo. Debe propenderse a la creación de maternidades especiales para madres solteras. Una legislación conveniente debe proteger a los derechos de la madre y el hijo frente al padre ilegítimo (Copani, 1942, p. 43).

Si hasta el momento las madres solteras resultaban un problema, no solo en términos morales sino también en términos eugenésicos, en su relato la visitadora decidió colocarse en defensa y empatía con la mujer que tendría sola a su hijo/hija. Esta solidaridad y pacto de escucha con las féminas que por voluntad –o no– no se ajustaban a los moldes de la familia heteronormativa, le posibilitaba a la visitadora exponer una problemática de índole individual, privada, oculta y “vergonzante” en un lugar de audibilidad y, por ende, de existencia.

En la preocupación respecto a la mortalidad materna Copani hizo caso de los preceptos médicos por educar a estas mujeres para que aceptaran su condición sin restricciones, pero además deslizó algunas sugerencias sobre quiénes debían ocuparse del asunto y de qué modo. Así lo dijo Copani en la radioconferencia “La mortalidad materna y su profilaxis”:

La lucha debe encarar el problema en forma integral, es decir, mejorando las condiciones actuales de asistencia y protección maternal, técnicas, institucionales, sociales, educativas, económico-morales, jurídicas, etc.; sólo desarrollando una acción de conjunto y contemplando los múltiples y variados aspectos que integran el vasto y complejo problema será permitido alcanzar enel porvenir el llamado “irreductible mínimo” de mortalidad materna (Copani, 1942, p. 44).

Copani convocó a la sociedad para garantizar las condiciones materiales de desarrollo y contención de las madres; mencionó entre líneas a legistas y a políticos que tenían la posibilidad de establecer maternidades especiales, promover leyes protectoras y garantizar el cumplimiento de las mismas. Es interesante considerar que, a través de este tipo de discursos, las visitadoras producían interrupciones en el rol esperable para su profesión, que si bien debía facilitar el ingreso del Estado en la casa de las personas por medio de un lenguaje amoroso que favoreciera el disciplinamiento de los sectores populares, en el caso de las radioconferencias, las visitadoras toman las problemáticas domésticas individuales y las colocan en la escena pública. Mediante ello sugieren soluciones que debían encarnar los hombres de la política, ámbito que aún les estaba vedado a las féminas. Copani fue insistente en este punto:

El cuidado y la vigilancia prenatal tiene por objetivo evitar todos los accidentes de la gestación y proteger al niño contra la mortinatalidad, y esto lo lograremos solamente si el Estado y las organizaciones privadas, con una visión clara del futuro, hacen posible el examen sistemático de todas las mujeres gestantes desde el 3° o 4° mes hasta dar a luz. En nuestro país nunca se ha hecho tan necesario como ahora emprender una labor de esta índole que constituye una necesidad pública nacional (Copani, 1942, pp. 48-49).

Con estas palabras, la visitadora se acercó a las críticas estructurales que esgrimía el reformismo universitario platense años antes respecto de la necesidad de expandir los conocimientos sobre higiene al pueblo, a fin de elevar su conciencia y alentar a mejores condiciones de vida. Junto con ello, al valerse de las críticas fundamentadas al sistema político local y nacional, desde la trinchera universitaria podía corroer su posición subalterna y colocarse como una voz de referencia en materia de las problemáticas sanitarias.

Alfina Copani no fue la única que presentó denuncias en la radio, y con ello complicidades y solidaridad con otras mujeres madres y trabajadoras. Otra de las visitadoras que se alió a la propuesta reformista –por involucrarse y difundir proyectos tendientes al afianzamiento de lazos de solidaridad con los sectores populares para el desarrollo del país– fue la estudiante de la EVHS Ivone Baroude quien contó la experiencia del Club de Madres del que era partícipe, seguramente como parte de las prácticas profesionales que llevaban adelante las estudiantes. Para resumir brevemente, este club fue creado en el año 1942 por la Comisión de Mujeres y Niños de la Universidad Popular Alejandro Korn (UPAK) 22 con el objetivo de “elevar” a las mujeres en su condición maternal a través del dictado de conferencias en materia de higiene y economía doméstica.

Puesto que el Club de Madres (en adelante CM) funcionaba como parte de un proyecto político social más amplio, que pretendía afianzar los lazos de solidaridad, aunque también de disciplinamiento, con los sectores trabajadores, su estrategia buscaba garantizar mejores condiciones para el desarrollo del recién nacido y de los niños pequeños de manera colectiva. De algún modo, esta experiencia se inscribe como parte de una demanda desde la sociedad civil que articuló una prepolítica social (Guy 2011). Entre las acciones que generaban se encontraba la entrega de un “canastillo circulante”, que era una suerte de ajuar para el recién nacido, y que estaba compuesto por donaciones y prendas confeccionadas por un taller que también era parte del CM. Este canastillo se dejaba alrededor de un año en cada familia y una vez que ya había sido utilizado era devuelto, se acondicionaba y se le agregaban productos nuevos para que pudiera circular nuevamente 23 . Otras actividades realizadas en esta institución apuntaban al desarrollo de las capacidades profesionales de las mujeres. Se les ofrecía instruirlas como maestra jardineras, hecho que no resulta descabellado para este grupo puesto que formaron un jardín de infantes, un recreo infantil y un taller de títeres dedicados a la educación y esparcimiento de los niños 24 . Lo interesante de estas acciones es que de alguna manera proponían alivianar las acciones individuales y privadas del cuidado de los niños y, además, ofrecían capacitaciones para las mujeres.

La unión entre el CM y la propuesta del grupo reformista de la UPAK era que ambos se identificaban estrictamente con un proyecto de sociedad y de ciencia que respaldaba sus acciones. Ivonne Baroude en su disertación llamada “El Club de Madres” destacó:

El Club de Madres prepara, con gran éxito campañas periódicas de educación pre-natal, de seguridad infantil, pro higiene;a favor de la educación pre- escolar; semana de la alimentación; semana del nene, etc.; todas tendientes a preparar a la madre para criar hijos siguiendo las ultimas normas que marca la ciencia tanto en lo que se refiere a la higiene como a la salud y a la alimentación, hábitos, etc. (...) La educación sanitaria se realiza con la colaboración de médicos generales y especializados y con la colaboración de médicos generales y especializados y con la ayuda de las Visitadoras de Higiene Social, ocupándose el Club de Madres de demostrar al público el peligro del curanderismo y la necesidad de consultar al médico cuantas veces sea necesario (Baroude, 1942, p. 146)

La educación sanitaria a las mujeres madres las inscribiría en una línea de conocimientos que las alejan del curanderismo y otros saberes no científicos. Con ello se buscaba maximizar los esfuerzos de la crianza dentro del ámbito doméstico, y producir mejoras de la higiene y de la alimentación de los niños. Estos saberes ya formaban parte de la vida doméstica de las mujeres, pero con estas acciones “científicas” pretendían optimizarse. Si bien resta indagar los vínculos entre feministas platenses y la UPAK, podemos suponer a través de las acciones del CM de algún modo se materializó una parte de los intereses que feministas y socialistas compartían por la instrucción de las mujeres madres, puesto que, al estar legitimadas por su “función” de dar vida, podrían reclamar derechos civiles. Partían del presupuesto de que la responsabilidad de la maternidad les permitiría obtener derechos para intervenir en la esfera pública y política, sobre todo valiéndose de la idea en boga acerca de su imprescindible rol para la producción de varones “sanos”, futuros ciudadanos, como una tarea intransferible que debían realizar las mujeres madres (Becerra, 2009). Si seguimos esta idea, es probable que a través de los cursos del CM y de esta radioconferencia en particular se buscara aproximar a las mujeres no solo para darles una ayuda paliativa, sino también para acercarlas al espacio político de la UPAK y del Partido Socialista.

Al igual que Copani, Baroude utilizó el espacio radial para criticar las políticas estatales, pero además para proponer un modelo alternativo de reparto de los cuidados familias. Así lo explicitó la joven en la radioconferencia“El Club de Madres”:

En la alta labor que se han impuesto (en referencia a las profesionales que forman parte del CM) no han olvidado ningún problema cuya solución pueda ser útil para la sociedad; por el contrario, han reparado en algunos que descuidan el Estado y la familia, por ejemplo, el de la educación preescolar, tan imprescindible, porque abarca un período del niño en que, si se lo dirige correctamente, se puede lograr que rinda al máximo de sus posibilidades (Baroude, 1942, p. 147).

En sintonía con las propuestas del entonces presidente de la UNLP, Alfredo Palacios, por construir respuestas políticas colectivas y solidarias frente a las problemáticas sociales, la visitadora muestra que las soluciones pueden ser otorgadas desde un proyecto reformista y socialista que apunte al desarrollo científico, en el que el ideal educativo se “realiza a través de obras de beneficencia siempre que sea preciso pero, que no tiene el carácter de institución de caridad” (Baroude, 1942, p. 150). Con ello refuerza la defensa de una respuesta científica para la intervención profesional, que les permitiera actuar “no por mera intuición, sino por preparación científica” como planteó en el mismo ciclo radial la visitadora de higiene Sofía Ricci (1942, p. 133).

La difusión de saberes entre las mujeres que integraban el Club de Madres, según las palabras de Baroude, se justificaban como parte decisiva para el progreso de un pueblo, interés que compartía con los médicos higienistas. Más allá de si estas mujeres que participaron en el CM eran militantes o no del Partido Socialista, es seguro que desde su lugar como profesionales del ámbito sociosanitario y conferencistas radiales realizaron una difusión afín a las ideas propuestas por el partido para consolidar los lazos de solidaridad con las mujeres de sectores trabajadores. El hecho que se mencionara en la radio implicó ubicar en un lugar de mayor difusión y conocimiento una experiencia de orden militante al que podían acceder quienes estuvieran organizados políticamente o cercanos a los sectores del PS, sin embargo, dado el alcance de las antenas podían sentirse convocadas otras mujeres de lugares más alejados.

En consonancia con estas preocupaciones fue que Baroude destacó en su disertación lo siguiente:

Nuestro país está lleno de instituciones de beneficencia y de caridad que no son precisamente la solución científica y feliz, sino momentánea y falsa, de los problemas sociales; nuestro país necesita instituciones que, como el Club de Madres, practiquen la beneficencia como un medio y nada más que como un medio para llegar a un fin que es la educación del pueblo y en especial de las madres para subsanar y evitar, sobre todo evitar, los problemas sanitarios morales, productos de la mala educación (Baroude, 1942, p. 150).

Nos encontramos con estas palabras de Baroude, con una ponderación del rol social de las mujeres madres, que en tanto educadoras de sus hijos podrían evitar males morales y sanitarios. Pero, si bien la educación a sus hijos aparece como una responsabilidad individual y privada de las mujeres madres, las visitadoras pusieron en evidencia que era el Estado quien debía prestar apoyo material para el cuidado del vínculo entre madre e hijo.

En el paisaje sonoro las visitadoras no solo resultaban la irrupción a la voz médico-sanitaria que era mayormente difundida por varones, también eran las educadoras de los avances legales, educativos y de servicios sanitarios que se establecían progresivamente en el país y en la ciudad. Dada su posición como mujeres profesionales y auxiliares de la salud, supieron aprovechar los intersticios de sus lugares de trabajo para deslizar cuestionamientos más o menos velados al sistema que las empleaba.

Algunas consideraciones finales

En este trabajo hemos intentado poner en evidencia el modo en que la carrera de visitadora de higiene social, primer antecedente universitario de la actual carrera de Trabajo Social, fue feminizada desde el momento de su profesionalización, y de qué manera las estudiantes y graduadas esbozó una serie de críticas al sistema sanitario en el que trabajaban o trabajarían dejando de lado el lugar piadoso que exigían los médicos y ensayando otros modos de pensar a la población usuaria de sus servicios (en el caso particular de este trabajo, las mujeres madres). Las razones económicas y políticas que justificaban las tareas de las visitadoras destinadas a las mujeres posibilitaba a quienes las contrataban obtener mayores beneficios en tanto sobre ellas recaía una multiplicidad de tareas, las cuales eran justificadas por su condición de género.

Mediante la participación en los ciclos radiales platenses estas mujeres pudieron hacer de cuestiones privadas e individuales (como la higiene, la alimentación, la paternidad, entre otras) problemáticas públicas, audibles en un espacio sonoro en el que su participación era casi excepcional. Su posición como intermediarias sanitarias les permitía hacer una traducción de los saberes médicos científicos favorable a las mujeres mediante un pacto de escucha y complicidad femenina. Sin embargo, podríamos suponer que esta operación que ponía en el “aire radial” las problemáticas “íntimas” no era unidireccional, sino que también mediante la alocución de las reflexiones sobre las falencias del sistema sanitario, económico, jurídico y político también ingresaban al ámbito familiar a través de la radio cuestionamientos extradomésticos que hacían a la vida cotidiana, como las críticas a los bajos salarios, a la falta de maternidades, etc. De este modo, y aún privadas de derechos de ciudadanía política, las visitadoras aquí presentadas se exhibieron en el espacio radial como partícipes activas de la comunidad de la que eran parte ellas y sus oyentes. A través de su intervención en el paisaje sonoro podemos suponer que construyeron complicidades con otras mujeres y acortaron las distancias entre las experiencias individuales de las mujeres madres para demostrar que muchos de sus padeceres no eran problemas individuales, sino problemas estructurales sobre los que el Estado y sus legisladores debían intervenir.

A través del registro escrito de la intervención como radioconferencistas podemos encontrar rastros“olvidados” de los inicios del Trabajo Social. La voluntad política de los médicos por hacer de estas profesionales “ángeles de piedad” que facilitaran el disciplinamiento de los sectores populares, y a su vez colaboraran en la politización de la maternidad, dejó apartados otros rastros de las acciones de las visitadoras en los que tensionar la división sexual del trabajo dentro del ámbito sanitario.

Con este trabajo pretendo ponderar las acciones de compromiso político de las visitadoras, que de alguna manera trastocan el lugar amoroso y altruista propuesto para estas profesionales. Su preocupación e interés con otros proyectos políticos, como el del Club de Madres de la Universidad Popular Alejandro Korn, evidencia que no todas las profesionales aceptaron ser agentes al servicio de la ideología conservadora. Por el contrario, podían valerse de su lugar público como profesionales de la asistencia social para convocar a otras mujeres a cuestionar el orden político económico, a modificar sus condiciones cotidianas de existencia desde la individualidad de su hogar, o a través de la participación en proyectos colectivos dentro de los límites que imponía el sistema imperante y su lugar dentro de la estructura sanitaria.

En sus acciones de compromiso político con otros proyectos sociales, en las críticas que deslizaron al sistema sanitario, en la persuasión al público en general por modificar hábitos y costumbres, en el establecimiento de un pacto de escucha con otras mujeres estructurado en una complicidad que las identificaba podemos encontrar fisuras al relato médico hegemónico que ellas debían replicar. En sus traducciones entre el discurso científico y estrategias de vulgarización del conocimiento para los sectores populares, las visitadoras no dejaron de cumplir con su misión educativa de difusión sanitaria y eugenésica. Sin embargo, las profesionales aquí presentadas pudieron ejecutar acciones de agenciamiento, es decir, establecer prácticas de resignificación y mediación dentro de las situaciones y espacios que ocupaban.

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Notas

1 Este trabajo forma parte de mi tesis de maestría en curso “Hermosear y vigilar.” Las Visitadoras de Higiene Social de la Universidad Nacional de La Plata en el proceso de institucionalización del Trabajo Social en la Argentina (1922 – 1948) con la dirección del Dr. Alfredo Carballeda.
2 Particularmente en el caso platense, el surgimiento de la Escuela estuvo vinculado a los sectores reformistas de la UNLP, que pretendían mediante estas auxiliares médicas cumplir con el legado de exclaustración el conocimiento científico (Gavrila, 2017).
3 La reconceptualización en Trabajo Social es un fenómeno producido a nivel latinoamericano entre las décadas de 1960 y 1970. Es producto de una mayor modernización de la práctica profesional y el dialogo con la teoría marxista que cuestiona las prácticas tradicionales precedentes y apunta a una formación político-ideológica que favorezca un mayor compromiso político de las trabajadoras sociales con las comunidades (Rozas Pagaza, 2001).
4 Dada la impronta positivista de la nueva ciudad fue llamada así por Emilio Coni. Estemédico higienista egresó de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires en el año 1878. Su trabajo se orientó hacia la práctica de la higiene pública y la medicina social sobre las cuales no solo estudió, sino que también disertó, publicó y obtuvo reconocimiento internacional. Contribuyó a poner en marcha y reencauzar instituciones de abordaje infante juvenil, como el Patronato de la Infancia, La Liga Argentina contra la Tuberculosis, la Oficina de Estadística municipal (de la ciudad de Buenos Aires) la maternidad del Hospital San Roque, entre otras. También fue presidente de la primera comisión directiva de la Sociedad Médica Argentina (1891).
5 Joan Scott llama ideología de la domesticidad al entramado de discursos médicos, morales, científicos y políticos tendientes a naturalizar la división sexual del trabajo, legitimando la separación entre el hogar y el trabajo, de modo que resultara eficiente a los fines de acumulación capitalista (Scott, 2000).
6 Pilades Dezeo, médico higienista, docente, con una amplia trayectoria en actividades extensionistas y, sobre todo, en la formación de la EVHS-UBA, fue el promotor para la creación de la EVHS-UNLP durante los años 1937 y 1938, y su director hasta el año 1942 en que murió. Su preocupación por la educación higiénica del “pueblo” y por la difusión de tales conocimientos lo empujó construir una escuela para visitadoras de Higiene Social en la Universidad Nacional de La Plata. Se desempeñó también como jefe de la División de Higiene y Servicio Social de la Dirección de Maternidad e Infancia y como médico en los hospitales Alvear y Tornú.
7 Particularmente en la zona de Berisso y Ensenada, enclaves industriales circundantes a la ciudad de La Plata, hubo una gran migración en búsqueda de trabajo desde las provincias de Santiago del Estero y Corrientes, la que se organizó mediante ligas de ayuda mutua, encargadas sobre todo de mantener viva la cultura folclórica de su región (Lobato, 2001).
8 Delegado del Consejo Nacional de Educación, médico asesor del Departamento Nacional de Higiene e integrante de la cuestionada cátedra de Higiene de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires
9 La Liga Popular Contra la Tuberculosis de la Provincia de Buenos Aires, cuyo presidente fuera Carlos S. Cometto (director del Cuerpo Médico Escolar, y fundador de la carrera de Visitadoras Escolares de la Provincia de Buenos Aires)
10 Actas I Conferencia Nacional de Asistencia Social. (1933). Buenos Aires. Tomo II pp. 47-51.
11 En la ciudad de La Plata funcionaban otras dos instituciones encaradas de formar visitadoras de higiene social. Desde 1927 el Cuerpo Medico Escolar bajo la dirección del Dr. Carlos Cometto formaba agentes específicos para la intervención en escuelas. Las visitadoras se encargarían de trabajar junto a los escolares, confeccionarían las fichas antropométricas de niños, estudiarían las psicopatologías de aquellos con algún tipo de retardo madurativo, inculcarían hábitos higiénicos en la lucha contra la tuberculosis (Camarotta, 2016).
12 Fundamentos del proyecto de creación para la Escuela de Visitadoras de Higiene (mayo de 1937).
13 Ordenanza de Creación de la Escuela para Visitadoras de Higiene Social(1938). La Plata UNLP,Artículo 12, p. 5.
14 Íbidem, pp. 5-6.
15 El estudio de la ley 12.341 se hacía de manera trasversal al conjunto de las especializaciones que ofrecía la EVHS mediante la materia de primer año Higieney en la materia de segundo año Servicio Social, como también para las especializaciones en Obstetricia y Puericultura. Ver: Plan de Estudios EVHS 1938.
16 Ejemplo de ello es el pedido de expulsión de la estudiante de la EVHS María Isabel Gómez, quien tomó renombre en la escena universitaria ayudada por los medios locales que se hicieron eco de sus acciones. Esta joven “pretendió atacar a balazos a su novio presa de un ataque de nervios” (Diario El Día N° 2016 26/9/1939), este hecho generó temor en las autoridades de la Facultad de Ciencias Médicas, razón por la cual el decano Dr. Orestes Adorni exigió mediante un intercambio de notas al director de la EVHS UNLP el pronto desplazamiento de la estudiante que formaba parte de la UNLP a fin de que no propagará estos malos hábitos.
17 Alfredo Palacios en 1906 se consagró como primer diputado por el socialismo en toda América. Inspirador de la Reforma Universitaria a través de su obra Nuevo Derecho y designado por el Congreso de Estudiantes Latinoamericanos como Maestro de América. En sus acciones como diputado estuvo a cargo de la promulgación de leyes a favor de las mujeres trabajadoras como la ley 5.291. Reglamentación del trabajo de mujeres y niños (1908); Ley 11933. Protección a la madre obrera (1934) Ley 12.111. Licencia a empleadas y obreras antes y después del parto (1934) y la Ley 12.341, de Creación de la Dirección de Maternidad e Infancia en el año 1936, entre otras.
18 Reconocido médico sanitarista y también médico rural. Estuvo a cargo de la Casa Cuna de la ciudad de La Plata, donde creó el espacio específico para el Servicio Social. Interesado por las problemáticas de los niños y la necesidad de dar debates científicos editó la Revista Hoja Médica de la Casa Cuna durante el año 1944. Este médico también fueparte del plantel docente de la EVHS.
19 Respecto al accionar del centro de estudiantes existen pocos registros de su actuación, pero sabemos por correspondencia interna entre la Secretaría del Colegio de Señoritas Liceo Víctor Mercante, donde funcionaba la EVHS, y el mismo centro, que existieron algunos conflictos para el desempeño de actividades de orden cultural. Sin embargo, la dirección del Liceo se oponía al desarrollo de actividades del centro por considerarlo “impropio” para esa institución universitaria de pre grado para señoritas.
20 La Oficina Americana de Protección a la Infancia fue creada en el año 1922 luego del Tercer Congreso Americano del niño celebrado ese mismo año en Río de Janeiro, Brasil. Dos años después se decidió fundar el Instituto Internacional Americano de Protección a la Infancia con sede en la ciudad de Montevideo, Uruguay. A partir de ese momento fundacional se sumaron Argentina, Bolivia, Chile, Brasil, Estados Unidos, Perú y Venezuela. En el año 1949 se integró a la Organización de Estados Americanos OEA como organismo especializado en materia de niñez y adolescencia. Ver: www.iin.oea.org
21 El pacto de escucha funciona como una paráfrasis del “pacto de lectura” propuesto por Eliseo Verón para estudiar el vínculo establecido entre quien locuta un discurso y el o la destinataria del mismo. Para ello se ejercerán diferentes estrategias con el fin de otorgar un lugar prefigurado e ideal que otorgue sentido a quien recibe el mensaje. En las modalidades del decir es donde se encuentran los elementos que unifican este pacto o aíslan a las partes (Veron, 1985).
22 Esta institución había sido formada cinco años antes por jóvenes estudiantes y graduados de la Universidad Nacional de La Plata ligados a la Reforma Universitaria y al Partido Socialista (en adelante PS), ambos afrontaban disputas en el interior de la Universidad y en la política nacional. Tanto la UPAK, como parte del Club de Madres funcionaban en las instalaciones del Partido Socialista en el centro de la ciudad de La Plata. El propósito de esta institución no era saldar el déficit académico de la formación en la UNLP, sino promover la difusión de conocimientos en “solidaridad" con la lucha de los sectores obreros (Graciano, 2008). Vale mencionar también que en esta organización había otros profesionales que también formaban parte de la EVHS, como Sofía Ricci, quien era la visitadora a cargo de la subcomisión técnica y tenía a otras siete colegas a su cargo. Quien acompañaba a esta profesional desde el rol de asesor técnico era el profesor interino de la Cátedra de Higiene Médica y Preventiva, y Director de la EVHS Dr. Alberto Zambosco. Ver: Memoria de de 2 años de labor. Asamblea bianual del Club de Madres UPAK. Departamento de la Mujer y el niño.
23 Memoria de 2 años de labor. Asamblea bianual de julio de 1945. UPAK. Departamento de la Mujer y el niño. pp. 5-9.
24 Idem

Recepción: 22 Febrero 2018

Aprobación: 15 Mayo 2018

Publicado: 28 de junio de 2018

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