Reseñas
Reseña de Marsilese, J. (2023). El peronismo en tiempos de incertidumbre. Resistencia, experiencias organizativas y dinámica electoral en el territorio bonaerense (1959-1969). Eudem y Grupo Editor Universitario, 188 páginas
Desde hace algunos años la producción académica vinculada a la temática se concentró por investigar el Partido Peronista –en sus diversas formas y nombres- en distintas épocas y lugares. Sin embargo, el primer peronismo (1945-1955) fue el momento que suscitó mayor atención por parte de los historiadores, en tanto, que las etapas partidarias posteriores de fueron menos exploradas. En este marco, el libro de José Marcilese se propone reconstruir la dinámica política del peronismo entre 1959 y 1969 en la Provincia de Buenos Aires, así como identificar a los actores que la protagonizaron. Es preciso destacar que se trata de la decimoquinta entrega de la colección “La Argentina peronista”, la cual tiene como propósito brindar narrativas históricas a públicos más amplios que el universo académico. En la obra se examinan los esfuerzos que realizaron los militantes del peronismo bonaerense para reconstruir la organización partidaria y concurrir a las elecciones que se sucedieron en el periodo. Sin olvidar que estas prácticas políticas se desarrollaron en un contexto de semi legalidad, lo que implicó que las acciones llevadas a cabo por los peronistas se desplegaran en un escenario cambiante y confuso. Tampoco desconoce el papel de Juan Domingo Perón en su deseo de dirigir y coordinar las dispersas fuerzas peronistas desde el exterior. Pese a las órdenes del líder exiliado, Marcilese expone que fueron los dirigentes quienes en más de una oportunidad tomaron las decisiones en una atmosfera de incertidumbre.
Con el objeto de reconstruir la dinámica política del peronismo en una época menos estudiada, el historiador problematiza sobre el grado de continuidad o renovación que experimentó la dirigencia bonaerense a nivel provincial, regional y local, cómo interactuaron los distintos sectores internos, cuál fue el grado de participación de las mujeres y la juventud y cómo se definieron las prácticas políticas. A través de estos interrogantes se procura rescatar la actividad política que ensayaron diversos actores en el espacio provincial. Con esto, el autor pretende complejizar la idea de que existió un sindicalismo con incidencia total en las decisiones de la rama política. Así, busca demostrar que aquello que se conoció como “la era de Vandor” coexistió con la fuerza desplegada por un conjunto de dirigentes que también cobraron protagonismo en la vida partidaria del peronismo bonaerense. Sobre el recorte espacial explica que se centra en el territorio provincial porque considera a este como el verdadero ámbito de producción de lo político, a la vez, reconoce que es dónde se puede observar el accionar de cuantiosos sujetos que protagonizaron las acciones partidarias. Para la investigación el autor acudió al relevamiento de periódicos de tirada nacional y de diarios de localidades bonaerenses. A su vez, también observó el repositorio de la Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), como también a archivos personales integrados por cartas, fotografías y folletos.
El libro está organizado en cuatro capítulos dónde se analizan distintas experiencias de reconstrucción partidaria y las actividades desarrolladas en la antesala de diferentes elecciones. En el primer capítulo se examina el inconcluso proceso de normalización partidaria que se inició a finales de 1958 y las tensiones internas respecto de la concurrencia o la abstención en los comicios de 1959 y 1960. Respecto de lo primero, reconstruye la modalidad partidaria que se empleó para reorganizar a las fuerzas peronistas e identifica que dirigentes llevaron adelante esta labor. Así, destaca el rol del Consejo Coordinador y Supervisor (CCyS), órgano oficial del peronismo en la semi clandestinidad, y que impulsó la creación de Juntas Promotoras en los espacios provinciales. De tal modo, Marcilese describe el procedimiento orgánico y el trabajo político empleado por los peronistas para estructurar el partido en suelo bonaerense. A su vez, expone que los dirigentes políticos y sindicales a cargo de dicha tarea contaban con antecedentes en cargos partidarios y electivos, a excepción de las mujeres que, según lo indagado no tenían los mismos pergaminos. El proceso de reorganización no logró conformar autoridades de partido, pero permitió la activación de prácticas políticas coordinadas a nivel local, seccional y provincial. El segundo aspecto interesante es la fricción que existió entre el CCyS y la Junta Nacional Promotora del Partido Justicialista (JNPPJ), cuerpo integrado por los dirigentes a cargo de las Juntas Promotoras provinciales. La tensión residió en qué hacer frente a las elecciones nacionales y provinciales de 1959 y 1960, el CCyS por orden de Perón promovía la abstención, mientras que la JNPPJ impulsaba la concurrencia a los comicios. El conflicto se resolvió en favor de la primera posición y terminó con la expulsión de varios dirigentes de la JNPPJ. No obstante, este enfrentamiento reveló la disconformidad de los miembros de las juntas provinciales ante una modalidad organizativa centrada en las decisiones tomadas desde el vértice. En contraste, estos dirigentes exclamaban por formas partidarias que se estructuren “de abajo hacia arriba”, una tensión que se reiteraría en la década.
En el segundo capítulo reconstruye la dinámica política de las elecciones de 1962 y 1963, en la primera se decidía gobernador de Buenos Aires y en la segunda presidente de la nación, a su vez, en ambas se debía elegir a integrantes de las cámaras legislativas. Asimismo, Marcilese examina quienes integraron las listas para ocupar cargos en el orden nacional, provincial y local. Allí, expone que la gravitación del sindicalismo solo se observa en la nómina del ejecutivo provincial y en las candidaturas a diputados nacionales, mientras que en los demás niveles de representación la situación fue más heterogénea, aunque con predominio de la rama política. En esta línea, detalla que la mayoría de quienes fueron postulados para legisladores provinciales no habían ocupados cargos anteriormente, caso contrario fue el de los candidatos a intendentes dónde la mayoría de estos sí contaban con antecedentes. Además, subraya que solo una minoría de ellos pertenecía a sindicalismo, los cuales fueron postulados en distritos del gran Buenos Aires. En tanto, señala que la posesión de “capitales personales” y la participación en redes de sociabilidad fue lo que caracterizó el perfil de los aspirantes al ejecutivo municipal, lo que significaba la presencia de cierta lógica de “notabilidad” en la dinámica política local. Otra evidencia que presenta fue la disminución de la participación de las mujeres en las listas nacionales y provinciales respecto a los comicios de 1951 y 1954. No obstante, resalta un incremento de la concurrencia femenina en el orden local, dónde las peronistas ocuparon espacios como candidatas a concejales y consejeras escolares.
La tarea política realizada por los peronistas bonaerenses en la previa de ambos comicios no tuvo los resultados esperados, esto se debió a que la primera elección terminaría anulada luego del triunfo de la fórmula Framini- Anglada y en la segunda el Frente Nacional y Popular impulsado por el justicialismo fue inhabilitado para competir. Luego de estos dos episodios las expresiones neoperonistas cobraron mayor importancia, a la vez, que la opción por el voto en blanco dejó de tener un consenso mayoritario entre los peronistas. En este escenario Perón ordenó la normalización del partido, sobre este asunto se centra el capítulo tercero. Allí, explica cómo se llevó a cabo la reorganización partidaria de 1964, la cual concluyó luego de que el sector encabezado por Augusto T. Vandor alcance la conducción del partido ante la facción liderada por Andrés Framini. En otro apartado examina la elección legislativa de 1965 donde el peronismo logró participar y triunfar mediante el sello de la Unión Popular. Al observar las candidaturas expone que el vandorismo controló la confección de la lista de diputados nacionales. Sin embargo, al descender al orden seccional y local fueron los dirigentes políticos y sindicales con importante arraigo en el territorio los que deliberaron y decidieron el armado de las nóminas. Luego del éxito electoral de la Unión Popular en las elecciones el vandorismo alcanzó su cénit, tenía bajo su control el reciente normalizado Partido Justicialista y la jefatura del bloque de diputados nacionales. Ante el creciente poder de Vandor, Perón se vio obligado a intervenir a través de su esposa Isabel, cuando esta visitó el país entre finales de 1965 y mediados 1966. Este aspecto es de los más interesantes del libro, dado que reconstruye de forma minuciosa la recorrida que realizó la señora del expresidente por la Argentina y por la provincia de Buenos Aires. Asimismo, subraya el trabajo político de Isabel en el enfrentamiento con Vandor, el cual nuevamente expresaba una tensión respecto a la modalidad organizativa que debía asumir el peronismo. Como se conoce el enfrentamiento se inclinó en favor de Perón luego de la elección de Mendoza, pese a esto, Marcilese expone que el vandorismo no colapsó, ni se desarticuló en el espacio bonaerense. Entonces, señala que el conflicto continuó abierto entre quienes deseaban mantener la institucionalidad del partido y los que buscaban sostener la centralidad del líder, sin embargo, tal enfrentamiento quedaría suspendido por el golpe militar de junio de 1966.
En el capítulo cuarto examina la nueva modalidad organizativa que ensayan las fuerzas justicialistas bajo el gobierno militar, el significado en los cambios de los delegados de Perón en el país y los intentos por unificar las divisiones políticas y gremiales del pasado. Marcilese expone que todo esto alcanzó relativo éxito hacía mediados de 1968, cuando se realizó un congreso nacional. Ahora la organización se expresaba en forma de “movimiento”, en cierta medida era resultado del contexto prohibitivo de las actividades políticas. Aunque también indica que la modalidad de tipo “movimiento” colocaba a Perón en el lugar de decisor último de las resoluciones, a la vez que legitimaba los mecanismos menos formales como el delegado personal, el intercambio epistolar y las visitas a Madrid. Sobre el final del capítulo subraya la fuerza que adquiere la juventud dentro del peronismo, aunque sostiene que este sector no consiguió integrar la conducción de las estructuras partidarias durante el periodo.
La investigación se enmarca en la abundante historiografía sobre el partido peronista y demuestra -una vez más- la voluntad que expresaron los justicialistas por organizarse, la particularidad se halló en que lo hicieron desde el llano, con el líder exiliado y en la semi legalidad. El autor pudo identificar a un conjunto de dirigentes políticos que asumieron tareas centrales en las instancias de reorganización partidaria y en los procesos electorales. Asimismo, reconstruyó la trayectoria y el perfil social de este vasto personal político, del cual aseveró que el panorama fue heterogéneo. A su vez, sostuvo que en algunos distritos se evidenció la continuidad de dirigentes de “la primera hora”, mientras que en otros se detectó el advenimiento de “hombres nuevos”. Mediante el análisis de las prácticas empleadas por estos actores que intervinieron en el plano provincial logró complejizar la idea de que existió una “era de Vandor”, en la cual la vida interna del peronismo no habría estado bajo control exclusivo del dirigente sindical, sino en coexistencia con un amplio grupo de dirigentes con arraigo local y regional.
Otro aspecto que se advierte es la tensión en cuanto a la modalidad orgánica del partido, nos referimos a los momentos dónde brotó el reclamo por prácticas políticas más representativas. Esta exigencia habitualmente se traducía en la pretensión de estructurar la organización de “abajo hacia arriba”, lo cual insinuaba una disconformidad con el modo centralizado en que tomaban las decisiones los cuerpos oficiales creados por Perón. La tensión entre diferentes modelos de organización no era nueva, durante el primero peronismo ya había sido motivo de disonancia, situación que se resolvió con cambios en la carta orgánica en favor de una modalidad de tipo “arriba hacia abajo”. En el nuevo escenario signado por la falta de recursos materiales y la ausencia de un órgano central poderoso, la activación de las comunidades políticas locales pareció florecer sin la necesidad de aguardar las órdenes provenientes “desde arriba”. Por ello, Marcilese destaca el papel importante que asumieron en las tareas de reorganización y asistencia a los comicios, lo que indica una inquieta vida partidaria de dirigentes locales y regionales que participaron casi sin interrupción durante el periodo.
Para finalizar es valioso mencionar que, si bien el libro se centra en el territorio bonaerense en ningún momento se deslinda de la vida política general. Esto contribuye a entrelazar la dinámica política del peronismo bonaerense con el cauce de los acontecimientos en el orden nacional. Por ello, el libro no solo es un valioso aporte al conocimiento sobre las experiencias organizativas del peronismo, sino que también cumple una función explicativa más amplia del proceso político institucional entre 1959 y 1969.
Recepción: 09 febrero 2024
Aprobación: 16 abril 2024
Publicación: 01 mayo 2024