Anuario del Instituto de Historia Argentina, 2009, nº 9, p. 211-213. ISSN 2314-257X
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Instituto de Historia Argentina "Dr. Ricardo Levene".

Dossier: Homenaje a Enrique Mariano Barba en el centenario de su nacimiento.

Enrique M. Barba. 1909-2009

María Elena Infesta

UNLP; CONICET
infesta@gmail.com


Enrique Mariano Barba nació en La Plata el 19 de enero de 1909 y falleció en la misma ciudad el 30 de noviembre de 1988. En su ciudad natal cursó todos sus estudios y se graduó de profesor de Historia e Instrucción Cívica en 1932 en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Se graduó en 1934 de doctor en Historia en la Universidad de Madrid - España con la dirección de Antonio Ballesteros y Beretta.

Fue Presidente de la Academia Nacional de la Historia, Director del Archivo General de la Nación, Director honorario del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires. Realizó toda su carrera docente como profesor, director del Departamento de Historia y Vicedecano y Decano en la Facultad de Humanidades de La Plata, su facultad, aunque también se desempeñó como profesor en las Facultades de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y en las Facultades de Ciencias Económicas de Buenos Aires y La Plata.

A lo largo de su vida aunó el doble rol de docente e investigador. En La Plata fue Profesor de Historia Americana del siglo XIX y del Seminario de Historia Argentina dedicado a la época de Rosas. Sus clases eran un verdadero deleite porque junto a la erudición sobre los problemas históricos sumó una sólida cultura y elegante manejo del idioma y de la escena.

Como historiador, su formación dentro de la llamada Nueva Escuela Histórica se advertía en el rigor heurístico que su talento enriqueció con interpretaciones novedosas y libradas de posiciones apriorísticas. Sus trabajos son aún hoy de ineludible consulta para las nuevas generaciones que intentan revisar y enriquecer los estudios del pasado argentino.

La influencia que este hombre ejerció a lo largo de su vida en las generaciones más jóvenes es destacable, tanto en la docencia como en la investigación, sus criterios de pluralismo, creatividad y respeto han marcado a sus discípulos. Sus recomendaciones de no ajustarse a modelos estáticos para enriquecer los análisis, la exhaustiva consulta documental y la revisión bibliográfica para preservar la honestidad intelectual. La transmisión de los avances de las investigaciones con prosa clara y precisa se advierten en las profusas correcciones que hacía en los márgenes de los borradores con su letra característica.

Inició los estudios de Historia Colonial en su juventud y nunca se desprendió de ellos por completo como lo muestra Emir Reitano en el trabajo que acompaña en el dossier.

El doctor Barba que recuerdo es aquel preocupado por analizar el pasado sosteniéndose en tres soportes: espacio, tiempo y cultura.

Dedicó a la cuestión de la configuración del espacio y su interconexión en Pedro de Cevallos1 y posteriormente en Rastrilladas, huellas2 y caminos publicado en 1956. En este último, a partir de material cartográfico y relatos de época, mostró el diseño de las comunicaciones terrestres y la relaciones de ese espacio económico y social, desde la época colonial hasta la construcción de las rutas en el siglo XX, problema desarrollado posteriormente por la historiografía argentina. Sus preocupaciones por la interdisciplinariedad con la geografía, manifestada en sus clases, las puso en evidencia en la convocatoria a geógrafos, urbanistas e historiadores que en 1971 participaron en el Segundo Congreso de Historia de los Pueblos de la provincia de Buenos Aires cuando Enrique Barba era el Director Honorario del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires. Por otra parte en los trabajos que dirigió sobre el problema de la tierra (ver trabajo de Banzato y Valencia en el dossier) insistió en la necesidad del uso de mapas y planos para una completa percepción de la ocupación del espacio.

Su labor en el Archivo Histórico de la Provincia se caracterizó por un intenso trabajo de catalogación de los fondos existentes, entre otros: Índice de Planos y Mapas del Ministerio de Obras Públicas, de la Junta de Representantes, de las Cámaras de Diputados y Senadores, de la Real Audiencia y Cámara de Apelaciones, de la Escribanía Mayor de Gobierno, etc. Asimismo, se ocupó de una intensa tarea editorial tanto en este cargo como en los ocupados en la Facultad de Humanidades.

Los trabajos sobre el rosismo, desde El primer Gobierno de Rosas, Los gobiernos de Balcarce, Viamonte y Maza, La formación de la tiranía, Las reacciones contra Rosas3, hasta Cómo llegó Rosas al poder y Unitarismo, federalismo, rosismo 4, etc., produjeron un antes y un después en los estudios del problema. Su visión sobre la construcción del poder en el período los narró con un crescendo dramático notable, poniendo en dialogo a los principales actores a través de la correspondencia epistolar con una elegancia poco frecuente en los historiadores de la época. En la estructura de esta construcción aparece implícitamente la influencia de El Príncipe de Maquiavelo. ¿Esa influencia fue para el historiador o para el actor? Lucio Mansilla en la biografía sobre su tío dijo que ese libro era uno de los pocos que Rosas tenía en su escritorio. Barba desarrolló y amplió cuestiones referidas al funcionamiento de las redes entre diversos sectores de la sociedad mostrando la versatilidad de Rosas para relacionarse con ellos. Una lectura prolija de sus trabajos permite apreciar que consideró a la base social del rosismo más amplia que la sola inclusión de los hacendados porteños. Los vaivenes políticos y el desmembramiento de la elite porteña en diversos momentos, acompañado de la ampliación de la base de sustentación con medidas coyunturales y el tejido de una filigrana con los poderes provinciales le permitió perdurar hasta su caída. En sus estudios atendió también a la base económica de ese poder tanto en el mundo rural como en el urbano (véanse los trabajos de Emir Reitano y Fernando Jumar).

Su fuerte carácter y firmeza de convicciones no le impidieron buscar consensos que le permitieron realizar una labor intensa y fecunda en los ámbitos donde trabajó. Como todo buen maestro, dejó discípulos que pudieron crecer a su alrededor, cada uno dentro de sus posibilidades y capacidades, y que lo recuerdan con admiración y afecto. De algún modo, el dossier-homenaje que presentamos, da cuenta del legado de Enrique Mariano Barba a la historiografía de nuestra Facultad.

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